
Para ello se sirve de tres personajes que son la clave de la obra: Newland, May y la condesa Olenska interpretados por Daniel Day-Lewis, Winona Ryder y Michelle Pfeiffer respectivamente. En esos personajes se dan las características que he citado antes, la condesa Olenska es una mujer que se considera libre y que actúa como tal, no atiende a las supuestas "normas" (por así decirlo) que se daban en aquella época, no le importan los rumores, ni ser la típica mujer que parece que vive solo para casarse con algún miembro de la alta sociedad o algún "hijo de..." del que no está enamorado y vivir entre fiesta y fiesta. Su personaje representa la libertad, el amor, la pasión por hacer lo que quiera y cuando quiera aún a riesgo de ser juzgada por ello por la hipocresía existente.
Newland se encontraría entre una mezcla de ambos grupos en las que se acaba imponiendo el más elitista por temor, va a seguir las normas, va a contener sus sentimientos hasta límites insospechados, si quiere algo no va a poder cogerlo por temor a perderlo todo o a ser juzgado, pese a la admiración y el amor que le despierta la condesa siempre va a actuar en contra de sus sentimientos. Él entiende lo que la condesa hace y la apoya en eso, de hecho, la ayuda en temas judiciales pero a la hora de vivir su -supuesto- romance, nunca da la cara y siempre hace todo por la espalda, siempre que quiere ver a la condesa busca excusas o tiene que hacer viajes a otras ciudades.
En cuanto a May, la prometida de Newland, representa a la chica "aparentemente" ingenua, enamorada y que parece no enterarse de nada. Parece que no se entera de nada pero vaya que si lo hace, y al final gracias a estratagemas que se daban con frecuencia en aquella época en la burguesía, consigue retener a Newland hasta su muerte e incluso hasta más allá, puesto que Newland jamás tendrá el valor de traicionarla después de la muerte de ésta. Vemos como la chica "aparentemente" ingenua lo que hace es convertir al hombre al que ama en el chico ingenuo, en aquel que no sigue a su corazón sino a las reglas.

Todo esto retratado inteligentemente en el guión, se une a la más que brillante dirección de Scorsese, que plasma a la perfección la intensidad que se respira, esa relación que no puede darse y que muchas veces se basa más en miradas, gestos y cortas conversaciones que en vivir el romance como una pareja enamorada. Scorsese se centra mucho en lo técnico para la representación de la época que está retratada excelentemente, todo acompañado de una narradora con la voz en la versión original de Joanne Woodward, desde el vestuario o el maquillaje hasta la dirección artística, el montaje o la fotografía. Raya el sobresaliente en todos esos aspectos la película, la dirección de Scorsese resulta elegante.

Supongo que se le podrán achacar unas cuantas cosas y en alguna puedo estar de acuerdo en parte, pero no en todas. Por ejemplo, puedo estar de acuerdo en que la narradora hay veces que está de más, aunque cumpla bien con su función o que la película pueda resultar en algunos tramos aburrida, aunque a mí no me lo pareció. Me fascinó, y aunque muchas veces tienda a inflar las películas de un director que me apasiona tanto como Scorsese (sobrevaloré y mucho en su momento "The departed" cuando la vi en el cine y eso que ya había visto "Infernal Affairs"), no creo que con la cinta que nos ocupa sucediera eso. Es una obra fascinante, violenta, romántica, inteligente. Ya me gustaría que todos los dramas románticos de época tuvieran tanta calidad como la tiene "La edad de la inocencia".
