Iron Man 2 llega después de una primera parte curiosa, que sin ser ninguna maravilla sí que daba en el clavo a la hora de presentarnos en pantalla al personaje de Tony Stark. También acertaba a la hora de retratar la manera en la que se convirtió en el hombre de hierro. Todo ese tema estaba tratado desde un punto de vista más actual. Dos años después se estrena la segunda parte donde repiten directores y actores, exceptuando el cambio de Terrence Howard por Don Cheadle debido a temas económicos. A diferencia de otras películas de superhéroes, ya sean de Marvel o de la DC, Favreau ha tenido claro desde el principio el tono que quería darle y quien iba a ser la auténtica estrella de los espectáculos que iba a montar. En Iron Man siempre ha deshechado ese tono adulto que han tenido otras adaptaciones como Batman Begins de Christopher Nolan, Hulk de Ang Lee, X-Men de Bryan Singer o Spiderman de Sam Raimi (con varias concesiones pero siempre adentrándose en la torturada alma de Peter Parker). Y en muchas de esas películas realmente los protagonistas o el personaje fascinante siempre era el malo: el Joker tanto de Heath Ledger como de Jack Nicholson, aunque este último me irrita, el duende de Willem Dafoe y el Doctor Octopus de Alfred Molina e incluso prefería ver a Magneto antes que al profesor Xavier gracias a la gran presencia de Ian McKellen. En Iron Man se decidió que el personaje fascinante, el que se comería el mundo iba a ser Tony Stark y para ello se fue consecuente y ficharon a Robert Downey Jr., un actor con un carisma brutal que incluso sin apasionarme el giro que ha tomado su carrera tras protagonizar la primera parte, sigo yendo al cine a ver cualquier película en la que aparezca. Ni siquiera el Obadiah Stane que interpretaba un actor con la presencia de Jeff Bridges pudo eclipsar el show que daba Robert en la primera parte haciendo la película suya cuando quería. Y en la segunda parte no es una excepción aunque comparte más el protagonismo con otros actores secundarios.
Con el personaje ya presentado, en esta segunda parte Favreau decide contarnos los problemas que hay alrededor de él tras confesar a todo el mundo que es Iron Man. Los problemas con los políticos, con el mandamás de otra industria, con su adorada secretaria, con el supuesto daño que causó su familia tiempo atrás y, por último, problemas con su propia salud debido al corazón que tiene. Iron Man 2 es más espectacular y más estúpida que la primera parte. Todo está multiplicado por dos. Desde luego, es innegable que entretiene y que tiene personajes que enganchan. Pero que también unos cuantos de los golpes de humor que tiene resultan infantiles, sin gracia, tremendamente delirantes. La trama se sigue bien, sin ser nada del otro mundo, de hecho es algo mediocre, pero es lo suficientemente clara como para integrar a algunos del grupo de Los Vengadores, comandados por Nick Fury con la cara de Samuel L.Jackson, que pese a que es un reclamo innecesario para próximas películas, tampoco molesta demasiado. Dicho guión también es claro para meter las escenas de casquería cuando la película lo requiere pero que, lamentablemente, la trama se resiente bastante por los citados momentos cómicos que no aportan nada y devalúan el producto. La estrella vuelve a ser Robert Downey Jr. que sigue demostrando que cuando sale en pantalla hace lo que quiere y siempre bien, pero su personaje sin tener la profundidad que pudiera tener en la primera parte, sí que va evolucionando bien. Y a su lado tenemos a un grupo de actores muy competentes: Gwyneth Paltrow y Don Cheadle que cumplen como pueden con sus roles, pese a tener personajes muy poco interesantes, así como el propio Favreau sumando las tres incorporaciones principales: Mickey Rourke, Sam Rockwell y Scarlett Johansson. Mickey Rourke, otro actor al que admiro y no solo por The wrestler, está bien como la némesis de Stark, como ese genio de la ciencia y auténtica amenaza de Iron Man que lo pondrá en aprietos. No es un gran personaje pero Mickey le da su presencia. Sam Rockwell tiene un personaje parecido al de Robert y por ello casi siempre va a su sombra y a ratos resulta muy desquiciante. Es una auténtica pena porque Rockwell es un gran actor y da para mucho más pero su personaje, santurrón, es el típico metepatas que siempre acaba quedando en ridículo. Scarlett Johansson tiene un personaje que no aporta demasiado, pero lo cierto es que acaba teniendo una de las mejores escenas de acción, aún así su personaje es vacío y si se lo hubieran ahorrado no hubiera pasado nada. Es una pena porque sigo creyendo que es una actriz que tiene el suficiente talento para construirse una carrera bastante sólida pero últimamente no está eligiendo bien y se está perdiendo en roles secundarios mediocres o en personajes principales bastante prescindibles. Todo lo que se refiere a la trama del corazón de Tony Stark y la de su padre, interpretado por esa bestia parda de John Slattery que destaqué la semana pasada en Mad Men, no resulta molesta de seguir.
Es un producto entretenido que, finalmente, es lo que importa en una película de este tipo. Pero no resulta tan entretenida como la primera parte donde Favreau sí que dio en el clavo retratando al personaje. Si se deja de concesiones tontas al humor, sin renunciar a él, ya que unos cuantos golpes de humor nunca vienen mal, pero tampoco tiene que ser de manera constante ni tan infantil, sí que creo que Favreau puede ofrecernos una buena película. Veremos si con la tercera lo consigue o si nos llega antes la película de Los Vengadores a la que también habrá que estar atentos. Lo importante es que Robert Downey Jr. siga dentro para poder disfrutar al 100% de las posibles continuaciones. Sin él no sería lo mismo. Y sin esos secundarios, que aún estando a su sombra, siempre está bien ver a un buen grupo de profesionales como los que Favreau ha tenido en las dos primeras películas.
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