"Tetro" es una película que, tras verla, te deja sensaciones muy extrañas. Tanto para bien como para mal. La última aventura de Coppola, la primera que se estrena en los cines tras la larga ausencia que se marcó tras dirigir su cine a productos de encargo ("Jack", "Legítima defensa") y después de que "Youth without youth" no haya llegado ni en dvd, es una película que vuelve a retratar lo que Coppola ya hizo con anterioridad. Y "Tetro" tampoco se aleja tanto del cine que el realizador dirigió en cuanto a temas e incluso, en ocasiones, en la forma de hacerlo, pero ha pasado mucho tiempo, el director en esta ocasión ha gozado de toda la libertad que ha querido y eso en la película se nota.
"Tetro" peca de grandilocuencia en muchas ocasiones, peca de lo irregular de su ritmo narrativo, decae hacía mitad hasta el final para ofrecernos algo muy bizarro, como una especie de parodia de su propio cine que se acaba perdiendo entre rollos familiares y accidentes de coche. Trabaja bien los personajes principales, que también están bastante bien interpretados por Vincent Gallo, Maribel Verdú y Alden Ehrenreich y aunque la obra tienda al exceso en no pocas ocasiones, da la sensación de que has visto algo distinto y dirigida con fuerza.
Aunque no sea la mejor obra de Francis, siempre es un placer verlo trabajar de nuevo, ver su universo retratado de nuevo en pantalla, ver a sus personajes llorar, sufrir, reconcomerse por dentro. Si en su nuevo camino, Francis quiere ofrecernos un tipo de cine más personal bienvenido sea. Al menos se dejará de productos de encargo. Y prefiero este tipo de grandilocuencia al excesivo y empalagoso romanticismo de la fallida "Drácula de Bram Stoker".
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