domingo, 20 de junio de 2010
Mammoth
Nos llega la última película del sueco Lukas Moodysson, autor de la interesante e irregular Fucking Amal y de la correcta aunque algo sobrevalorada Lilya forever (Lilja 4-ever) aparte de algunas películas más que no he tenido oportunidad de ver como Juntos, Container o A hole in my heart. Lukas Moodysson me parece un director a ratos apasionante pero al que siempre le pueden los excesos en la dirección y que muchas veces tira por el exceso dramático y por lo gratuito para provocar reacción en el público. Pero con su última película, Mammoth, se abre más al público americano para contar una historia convencional sobre una familía. Mammoth ha sido comparada con el cine que Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga hicieron juntos (Amores perros, 21 gramos, Babel), una pareja cuyas tres películas me gustan pero que prefiero no revisar porque se me vendrían cuesta abajo por su facilidad para exagerar el dramatismo que poseen hasta límites insospechados. Ya Babel me va gustando cada día menos pese al excelente matrimonio formado por Brad Pitt y Cate Blanchett y Mammoth, siendo de su mismo estilo, me ha gustado bastante poco pese a momentos aislados en su metraje que se encargan de levantar un poco el producto.
La forma de estructurar la película para contarnos la historia de una familia es correcta: sigue al padre de viaje de negocios, aunque se dedica más a su tiempo libre que a los negocios, a la madre trabajando en un hospital e intentando ganarse el afecto de su hija con la que no pasa casi tiempo, a la hija que se pasa casi todo el día con una niñera que hace las veces de madre y a los hijos de la niñera que pasan duros momentos en su país. Pero la buena estructuración de la trama, que da minutos de manera correcta a todas las historias sin que ninguna parezca deslavazada, y ese es el mayor mérito que tiene la dirección de Lukas Moodysson, pronto se ve perjudicada por cierta desgana en la dirección, por su exagerado dramatismo y por el poco atractivo que posee la trama que consigue que el espectador no tenga demasiado interés por seguir con atención su propuesta. Los actores se esfuerzan por sacar adelante sus trabajos y es de agradecer, especialmente la siempre grande Michelle Williams, pero el material no acompaña y las escenas en que les tocan aparecer están repletas de un maniqueísmo vulgar.
Lukas Moodysson también es de esos directores que hacen un uso bastante gratuito de la música de las películas. No es cosa de ahora, es algo que también se percibe en sus anteriores películas. Hay otros directores como la gran Sofia Coppola que también lo hacen. Pero en Mammoth es un recurso que utiliza en muchísimas escenas y que resulta fuera de lugar siempre que lo utiliza. Es una lástima porque podría haber sido una buena película si se hubiera trabajado más la historia y si el director hubiera dejado fluir la naturalidad que desprenden sus fascinantes y siempre grandiosos actores. Pero no lo hace, peca de dramático y gratuito, algo que no sorprende viendo las anteriores películas del director y nos ofrece Mammoth, una de las tantas películas que nacen casi muertas. Una oportunidad perdida.
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