En cuanto vemos a los personajes de carne y hueso animación, ya vemos que todo tipo de detalle está cuidado, que se ha puesto mucho mimo en lo técnico para recrear a la perfección el universo de Tintín. Con un toque de comedia fina, slapstick (sobre todo con Fernández y Hernández como también ocurre en otros medios donde hemos visto a Tintín), Spielberg teje una historia de aventuras –con algunos instantes de film noir- interesante, con la que el espectador nunca se aburre. Y es una película agradecida en referencias tanto al universo de Steven Spielberg como al de Peter Jackson, productor de esta primera película. Dirigida con elegancia, el director gracias a la captura de movimientos consigue muchísima espectacularidad en varias escenas, convierte a esta adaptación en un producto mucho más ágil que los anteriores productos de Tintín, sobre todo en las escenas que más acción poseen aprovechándose de un cuidado uso del 3D, que acompaña a la trama sin excederse pero tampoco sin aportar nada. La película se puede ver en 2D a la perfección, pero el 3D no es un timo como el de otras películas.
Pese a todo es una película con algunos altibajos. Tiene momentos tan grandes como geniales, donde te introduces de lleno en la historia y otros donde parece más dejado todo, menos intenso. Todo lo que corresponde a Haddock, incluidos flashbacks, está realmente bien llevado y cuando él aparece la película tiene más fuerza. Spielberg juega a la perfección con el estado entre sobrio y ebrio del capitán. Se echa más de menos a Fernández y Hernández, que tienen sus momentos pero están algo desaprovechados. No digo que sean protagonistas absolutos porque pueden acabar resultando muy cansinos, pero un par de escenas más con ellos no hubieran estado mal. Quizá un villano más carismático que Sakharine hubiera ayudado, está a la perfección cuando vemos a Rackham el Rojo, antepasado suyo, pero en el tiempo presente de la película llega a hacerse pesado. Tiene cierta distinción pero le falta auténtica maldad. La pareja Tintín-Milú están como se esperaban. Tintín nunca ha sido el personaje estrella de su propio universo pero no desentona. Y Milú ofrece grandes momentos.
La película nos ofrece momentos aventureros de mucha calidad: toda la escena en el barco es vibrante, repleta de instantes de calidad. Y la investigación anterior a la larga escena en el barco es ejemplar y donde Spielberg demuestra ser un director privilegiado. También el humor que el director añade tanto en la escena de la avioneta como a la de la persecución, dos momentos espectaculares, excelentemente dirigidos, alocados y muy divertidos. Pero falla en el climax final. Quizá por lo que he mencionado del villano de la función, quizá porque la resolución posterior resulta poco satisfactoria y más pensada para servir como puente a la secuela que dirigirá Peter Jackson que como propia conclusión de la película de Spielberg. Pero uno finalmente termina por perdonarle sus fallos y acaba disfrutando con esta locura de película, gracias al ritmo que Spielberg le imprime. Quizá le falta algo para ser una película realmente memorable, para significar lo mismo que la primera película de Indiana Jones en su momento, pero el resultado no es nada desdeñable. Todo lo contrario.