Juan Carlos Fresnadillo es una de las promesas del cine español. Lo malo de esta frase es que el director canario lleva ya 10 años, desde su debut en el largometraje con Intacto, sin llegar a confirmarse como un auténtico referente pese a ser junto a Rodrigo Cortés y Jaume Collet-Serra de los directores más conocidos fuera de nuestro país. Esperemos que no le pase lo mismo que a Guti en el Madrid. Tras Intacto, dirigió 28 semanas después que no me gusta demasiado aunque le reconozco detalles de calidad y un inicio de película prometedor. Quizá le deba una nueva oportunidad porque es considerada por mucha gente a la que aprecio como su mejor película.
Intruders bebe de varias películas clásicas y actuales de terror. Se podrían citar muchísimas referencias y/o homenajes (el personaje de Clive Owen se llama John Farrow y la hija Mia, por lo que la chica tiene el nombre de cierta protagonista de un clásico del terror psicológico de Roman Polanski) como Hitchcock, Shyamalan o Amenábar entre otros. Con Intruders me pasa lo mismo que con 28 semanas después, le veo buenas cosas, detalles de calidad pero al final hace aguas y el director desperdicia la oportunidad de hacer una película mucho mejor. Si tuviera que decir lo primero que se me viene a la mente sobre la película es que Intruders es una película entretenida pero desaprovechada.
Más que una película de miedo, Intruders es una película que habla sobre el miedo. Sobre ese miedo que sentimos de niños ante seres sobrenaturales. Es una película de atmósfera, de habitaciones oscuras, de terror psicológico. También tiene mucho de película dramática. Fresnadillo pone toda la carne en el asador en la escena inicial. Aprovecha el ambiente, la lluvia, el maullido del gato. Sientes el pánico del niño. Por eso resulta una pena que después compruebes que el resto de la película no está a la altura de lo que ese principio sugería. Cabe destacar la utilización de los gatos al principio de la película: en la escena inicial y después para que la niña encuentre en el árbol la historia de Carahueca.
Fresnadillo abre dos frentes para contar su historia. Sitúa la película en dos ciudades: Madrid y Londres. La primera la utiliza para contar la historia de una madre y su hijo. Esta parte hace aguas y además se acaba haciendo repetitiva. Desde el personaje del sacerdote –en un simple cameo, Héctor Alterio supera con facilidad a un desdibujado Daniel Brühl- que poco aporta a la trama, hasta una Pilar López de Ayala que hace lo que puede con su personaje. La parte londinense, al tener más metraje, está algo mejor. Sobre todo por la relación padre-hija bien llevada por Fresnadillo. No se puede decir lo mismo de otros personajes que parecen estar de relleno y de una Carice van Houten que cumple religiosamente la cuota de pechos que suelen verse en una película española.
Lo que más se puede destacar de la película es que Fresnadillo juega bien con los miedos de los niños, que su puesta en escena no es nada mala y que consigue buenas interpretaciones de los dos niños. Pero falla en el guión y, para mí, también en el montaje, clave en la película. Las dos historias paralelas y como se acaban encontrando no me ha convencido. Y al ver la película doblada me he perdido un momento importante (Clive Owen hablando en español). Tampoco me gusta como se desaprovechan ciertos temas, como el hecho que el personaje de Clive Owen no pueda dormir después de un pequeño accidente que casi se convierte en tragedia en el trabajo. Tan solo un par de sueños recurrentes tras el accidente y poco más. Y me parece un tema muy interesante la idea de la película que la hija haya heredado un miedo de su padre (sin saber que es suyo) pero suena un poco forzado como ese miedo llega a apoderarse de la hija.
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