Hay que reivindicar los años 90 de David Cronenberg. Vale, puede que hiciera alguna película fallida en esta década pero también algunas de sus películas más arriesgadas. También fue la década donde trasladó del género de terror a otros géneros ese ambiente enfermizo, ese estilo virulento y ese clima sexual, más todas las demás características de su cine. Con el paso del tiempo su estilo se ha controlado, se ha convertido en un director más convencional, no peor, pero igualmente personal.
En los 90 cabe destacar sobre todo la dupla eXistenZ-Crash. Podrían o deberían ser consideradas como dos de las cimas del cine de este señor. Son difíciles de ver, de esas que generan tantos elogios como odios y esto lo sé yo bien pues ambas películas en un principio no me gustaban (cosas de verlas siendo muy jovencito y no enterarme ni de la mitad de lo que pasaba). También creo que son películas que ganan con nuevos visionados y a las que les puedes ver nuevas cosas.
eXistenZ es una película donde la realidad y la ficción se funden y muchas veces pueden llegar a confundirse. Nunca sabes por dónde va a salir cada personaje, en un momento pueden ser personajes aparentemente buenos y en unos segundos te la clavan por la espalda. Cronenberg se aprovecha de esto y no da ni un segundo de respiro a los dos personajes principales, ni siquiera cuando están en un sitio donde parecen estar seguros, a salvo de los terroristas. Los dos personajes son distintos pero se acaban complementando. Por un lado tenemos a la creadora de eXistenZ a la que quieren dar caza, que está totalmente enganchada a su propio juego, y por otro lado tenemos a quien se encarga de protegerla, alguien virgen en ese juego que se acaba implantando un bio-puerto.
Cronenberg es lo suficientemente listo para que se respire un ambiente sexual entre ambos personajes sobre todo en lo que concierne a la hora de enchufarse al juego sumado a una escena con ambos liándose porque sus personajes dentro del juego sienten una atracción. Esto es un tema importante porque los personajes actúan por impulsos, por pura inercia. Hay personajes secundarios que se quedan bloqueados si no se les da una respuesta preestablecida y vuelven a funcionar. Cronenberg usa esto para aludir a la falta de libre albedrío que tenemos en una sociedad cada vez más esquematizada que incapacita al individuo para elegir un camino en la vida que se salga de los cánones establecidos. Pero finalmente a Cronenberg lo que le interesa es tratar con mucho talento el ambiente malsano de la película, muchas veces combinar un par de géneros (thriller y ciencia ficción especialmente), jugar con la mezcla entre la realidad y la ficción, meter personajes con cierto aspecto extraño y resaltar la ingenuidad de su personaje principal y cómo poco a poco le va cogiendo el vicio al juego y comienza a hacer cosas a cada cual más extraña. También Cronenberg, cuyo cine tiene un universo propio, juega a meter referencias a sus películas anteriores, sobre todo a Videodrome.
La película se puede ver como una reflexión tanto del mundo de los videojuegos como al del terrorismo. Sobre todo a la gente que está muy metida en esos mundos, los adictos, e incluso puede que Cronenberg establezca un paralelismo entre ambos grupos, salvando las distancias entre los que solo están enganchados 24 horas con una consola y otros que matan gente, pese a los siempre estúpidos pseudoestudios de los científicos que dicen que muchas veces van de la mano. Pero sí que quiere que veamos a esos seres alienados que sustituyen su vida por un videojuego adictivo y que no saben si lo que les está pasando es real o no, les sirve para darle emoción a sus vidas y lo que tenía que ser un simple pasamiento se acaba convirtiendo en tu día a día.
Sea como sea, una película que con el tiempo va ganando. No importa si nos encontramos ante una película engañosa o si el final es previsible o imprevisible. Cuando se hace con buen gusto y talento nunca deja la sensación de engañabobos. ¿Una escena? Jude Law y Jennifer Jasón Leigh conectándose juntos en la cama. El cordón umbilical de la vaina como referencia fálica introduciéndose en los bio-puertos de ambos.
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