También vemos como aunque no se le justifica, tampoco Andrew Niccol ni Peter Weir se dedican a demonizar a su personaje, se le ve como un hombre más bien enamorado y fascinado por su criatura, no olvida que está ante un programa de televisión pero tampoco que él ha estado ahí durante toda la vida de Truman pese a no tener una cámara dentro de su cerebro, como bien le recuerda Truman al final.
Se le podrán achacar algunas cosas pero, en mi opinión, sus fallos son perdonables o algunas cosas son las típicas cosas sin demasiada importancia que se suelen sacar para machacar cualquier película. “Que si Truman no se entera de todo el pastel antes viendo la torpeza con la que se mueven a su alrededor” me parece algo intrascendente. Tiene otros defectos, que sí me parecen tal, pero que no terminan por importarme demasiado.
A cambio tenemos un guión escrito por Andrew Niccol, director y guionista de películas como Gattaca, El señor de la guerra o la recientemente estrenada In Time, que se encarga de mostrar la evolución psicológica del personaje, apoyado por el trabajo de Carrey, desde su principal deseo -irse a Honolulu-, su temor -el mar- o todo lo que está pasando en muy pocos días. Y no es poco teniendo en cuenta que está rodeado de un plató gigante y que todas las personas a su alrededor son actores incluyendo a su madre, su mujer y su mejor amigo.
No me querría olvidar de elogiar a Peter Weir, ya que cuando se habla de El show de Truman casi siempre se menciona la interpretación de Jim Carrey o el guión. Su trabajo no es fácil y tiene que apoyarse en un actor que fácilmente podría haberse pasado, pero él sabe controlarlo y sacarle un gran provecho al escenario que, creo, Niccol no podría haber conseguido por sí solo. La creación de este mundo no podría haber sido mejor si no fuera por él (introduzca aquí una pulla hacia Avatar de James Cameron o hacia mí por mencionar Avatar sin venir a cuento). También destaca por su trabajo con las relaciones entre personajes. Weir quizá no sea considerado uno de los grandes pero es un director muy respetable con algunas obras grandes en su filmografía.
Y como tampoco es justo quedarse solo con eso, hay que mencionar que en el terreno de interpretaciones tampoco Carrey está solo. Ya hemos mencionado a Ed Harris, que está maravilloso como el creador de ese mundo, pero Laura Linney está divertidísima en el papel de arpía así como Noah Emmerich, como supuesto mejor amigo de Truman, está más que bien recitando los textos que le van diciendo.
Había quedado un poco en mi olvido después de ser una película que allá en los 90 me encantara, pero tras volverla a ver me ha gustado mucho y lo que es mejor, está creciendo aún más dentro de mi cabeza. No creo que pueda decir mucho más de ella salvo una cosa: «por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes y buenas noches».
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