domingo, 25 de diciembre de 2011

Tinker, Tailor, Soldier, Spy (El topo) - (spoilers)

Había muchas cosas antes del visionado de Tinker, Tailor, Soldier, Spy que hacían prever una película fascinante. Tan solo una que me echaba para atrás. Lo que más me interesaba era el tema de la película, todo este cine de espionaje con sabor a los setenta me gusta mucho. Pero dejando de lado lo de los setenta, forma parte de ese tipo de películas recientes junto a El buen pastor y Zodiac con un ambiente obsesivo realmente atractivo. Hay que sumarle el hecho que he leído recientemente a John le Carré con eróticos resultados. Y por supuesto hay que sumarle que su reparto ya justifica por sí solo el precio de la entrada. Lo único que me echaba para atrás era que la anterior película dirigida por Tomas Alfredson, la elogiadísima Déjame entrar, no me gusta, debo ser una de las pocas personas en el mundo a quien no le entra. Por suerte, pronto me olvidé de eso viendo Tinker, Taylor, Soldier, Spy.

Ni los guionistas ni Tomas Alfredson pierden un segundo para presentar la historia. De hecho, la primera escena de la película resulta clave para comprender el resto de la película y acaba yendo más allá de la simple recogida del nombre del presunto topo. Podemos observar en esta escena en la terraza de una cafetería como Alfredson cuida cada detalle, desde las gotas de sudor hasta todas las personas que se encuentran allí. Por suerte, tras esa escena, Alfredson no descuida en ningún momento la trama que cuenta. Puede resultar confusa con tanto flashback pero yo creo que el director encuentra la forma adecuada para narrarlo todo y que el conjunto no flaquee. Y el gusto por el detalle sigue existiendo, como el director maneja la tensión en algunas escenas. Puede que tenga ese tono melancólico que también tenía Déjame entrar, pero a mí me gusta más como está llevado aquí, quizá porque no me recuerde tanto a la película de vampiros y sí más a esos thrillers que he citado anteriormente.

Es probable que la trama pueda pecar de previsibilidad –no son pocos los que pueden descubrir, como ya se ha dicho, quien es el topo aunque, claro, siendo tan solo cuatro opciones todo el cupo se reduce drásticamente- pero realmente te acaba por importar poco eso y comienza a interesarte cuales son los verdaderos motivos por los que el tipo en cuestión hace lo que hace. Y luego tenemos la presencia invisible de Karla, al que Smiley conoció en el pasado y tiene su mechero con una inscripción de su mujer, y que cobra una importancia vital en la trama pese a que nunca le vemos la cara, la imagen no pasa nunca del cuerpo. Buen detalle de Alfredson el de hacerlo más enigmático, de esconder su rostro. Tampoco se lo vemos a la mujer de Smiley más que de perfil, siendo otro personaje en un principio poco importante pero finalmente determinante. Tampoco desentona la trama la operación brujería, bien integrada con el resto.

La trama se divide en algunas partes pero nunca pierde fuerza. Toda la parte con el personaje de Mark Strong y el niño me parece fascinante, no tienen muchas escenas pero sirve para que conozcamos mejor al personaje de Strong y para que comprendamos su decisión final. Por otra parte tampoco palidece nada la parte protagonizada por Tom Hardy y la mujer, quizá también se agradece al ser la chica una de las pocas presencias femeninas del reparto. Y el caso es que la historia está también bien integrada y resuelta y, por suerte, no la extienden más de lo debido. Por otra parte, la investigación de George Smiley ayudado por Benedict Cumberbatch es igualmente impresionante. La escena de este último cuando entra a robar unos documentos es para enmarcar. Y lo que podría suponer un detalle sin más como es el hecho que Smiley sea un cornudo y encima con uno de sus compañeros de trabajo, acaba resultando también clave en el final de la trama cuando se desvela que el personaje de Colin Firth es el topo.

Por otra parte, la escena final con la versión de Julio Iglesias de La Mer sirve como colofón a una escena tan cruda como preciosa. Es un final seco, triste pero coherente. Se le puede achacar al director que intente abarcar demasiado en dos horas pero el trabajo que realiza es inmejorable. Apoyado por un reparto donde todos realizan un trabajo impresionante. Además de a un Oldman parco en palabras, a cuyo Smiley intenta presentarnos en detalles como contando cosas de su pasado, sabiendo algo de su matrimonio roto o viéndole nadar, me gustaría destacar sobre todo el trabajo que realiza Mark Strong. Sí que resulta sencillo que el espectador en algunos momentos de la película se sienta confuso ante lo que le están contando pero si entras en ella es una película maravillosa.

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