War Horse es la última película, a día de hoy, dirigida por Spielberg que, además, ha sido estrenada el mismo año que Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio. No es la primera vez que el director estrena dos películas en el mismo año y ya es algo que pasó con Jurassic Park y La lista de Schindler, Jurassic Park 2: El mundo perdido y Amistad o La guerra de los mundos y Munich. Siempre con una película que busque ser un buen entretenimiento para el público, que éstos conecten con ella, con otra película que mire más a ser nominada a premios, a que el director intente que no solo se le vea como ese director de cine de evasión sino que puede hacer productos más serios, obteniendo buenos resultados con ellos. La jugada le ha salido bien muchas veces más allá de tener un par de películas consideradas fallidas -El imperio del sol o la misma Amistad-.
War Horse es una película que es pura fórmula. Es una historia previsible en la que Spielberg puede meterse de lleno en cosas que maneja bien, en donde se le ve suelto. En la película, el director mezcla el drama familiar, con la guerra y con pequeños momentos cómicos para intentar aliviar la trama. Vamos, géneros y temas ya conocidos por el director en películas anteriores. Hay muchas cosas que son cuestionables en la trama de War Horse, detalles que son fácilmente criticables sobre todo a nivel de guión y, muy especialmente, a la hora de perfilar el personaje del padre del chico joven que se obsesiona con el caballo, pero uno le acaba perdonando algunos fallos a Spielberg. Eso sí, no todos los fallos de la película pues con War Horse estamos hablando solo de una película correcta.
Porque junto a los momentos previsibles o de supuesta superación, con ese caballo que puede con cualquier cosa pese a todos los impedimentos que le pongan en medio, hay instantes que son auténtico cine. Porque Spielberg, aparte de ser muy bueno a nivel visual, a veces es también un director prodigioso a nivel narrativo. Pero en War Horse, y es una auténtica pena, eso solo nos lo ofrece a cuentagotas. Y en contra, junto a instantes de enorme belleza, tenemos instantes de vergüenza ajena, que buscan la lágrima fácil de la forma más pueril posible, o de personajes que desaparecen o aparecen en la trama sin demasiado que aportar más que poner las cosas difíciles al caballo.
Sí que es cierto que Spielberg sabe cómo darle el protagonismo de la película a un animal, en este caso al caballo de guerra, y que la película no se resienta por ello. Y también sabe colar algunos momentos que no son lacrimógenos ni sensibleros sino sensibles, que saben apelar a la perfección a las emociones humanas del espectador. Todo esto se le suma su dirección, donde el director consigue imágenes de enorme belleza, donde cada detalle técnico está enormemente trabajado, y haciendo que la película muchas veces te entre más por los ojos que por el cerebro. En la relación entre el chico y el caballo hay altibajos, hay escenas llenas de fuerza -el chico impidiendo que su padre mate al caballo, recurso facilón pero eficaz y muy bien llevado- con otros innecesarios -el chico con el caballo corriendo mientras la chica en el coche les mira asombrada antes de que él y el caballo se vayan al suelo-.
El caso es que War Horse es una película irregular, algo larga pero que resulta entretenida, está bien hecha y contiene tanto buenos momentos como otros que no son tan buenos. Y teniendo en cuenta que las expectativas que tenía antes de ver la película no eran nada buenas, yo me acabo por conformar con que el resultado final de la película no sea desastroso y se quede simplemente en pasable. Y también es destacable que Spielberg en algún momento le dé por la vena clásica, por homenajear a algún director al que admira.
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