martes, 12 de mayo de 2009

Elephant

Tras ver el Elephant que dirigió Alan Clarke en el año 1989, película en la que Van Sant se inspiró y de la que cogió el título para dar su visión sobre los hechos acaecidos en Columbine, decidí volver a darle otra oportunidad a la película del director de la fantástica Drugstore Cowboy, después de que hace ya varios años, tras triunfar en Cannes, la alquilara en el videoclub, me decepcionara y me dejara muy frío por no encontrarle fascinación ante lo que me mostraba el director, no lograr engancharme a lo que me contaba por lo que utilizaba el muy manido recurso de que con Elephant me encontraba ante una película aburrida. Pero varios años después, y sin importarme el ritmo que tiene una película si con ello el director consigue lo que pretende y gustándome más el cine arriesgado, en el que el director da el todo por el todo, esta vez sí, Van Sant ha logrado que me introduzca en el contexto de la historia que nos cuenta, que me la crea y que me fascine como no lo hizo anteriormente. Y es que Elephant, en todo su esplendor, es una película que hipnotiza si se ve adecuadamente y que me arrepiento no haber comprendido las intenciones de Van Sant, como quería mostrarme las cosas, como quería sacudirme.


En Elephant no me importa el guión, no me importan los personajes, ni el montaje, no me importa si técnicamente es muy buena o no, no me importa si es efectista, si es dramática, si utiliza tópicos o no. Lo único que me importa y que me incomoda bastante es imaginarme que voy andando por los pasillos de un instituto y de pronto me pueda encontrar con algo así puesto que los hechos que nos muestra Gus son tan realistas que incomoda, que incluso no te extrañaría que algo así, de la manera en que está mostrada pudiera llegar a pasar por aquí.
Uno de los fallos que yo le sacaba (que vista ahora resulta que es un fallo inexistente) es que creía que la película intentaba justificar los hechos de los asesinos y eso no es así y es algo que le agradezco al director. Deja los motivos en el aire. No necesita justificarlo si es con maltrato escolar o si es por algo similar, solo son dos chicos que siguen su día a día y con una gran obsesión por las armas que deciden actuar sin saber si tienen algo en contra con quien los hacen o con quien no, solo sabemos que ambos son dos chicos que han tenido todo tipo de contenidos violentos a su alcance y y han llegado a tener una gran admiración por esta. Yo lo único que sé es que van a llegar al final de todo y cumplirán con el objetivo que se han marcado sin importar a quien se lleven por delante, si es a compañeros de clase o si es al tan odiado director del instituto.


Elephant hay que verla. Ni siquiera diré aquello de que hay que verla en VO (aunque será mejor, efectivamente) en vez de doblada. Tampoco los diálogos es algo que nos importe demasiado. Solo tienes que dejar que la cámara de Van Sant te sacude en la cara.
Y ya de paso, no estaría mal ir a la fuente de inspiración de Van Sant, ese mediometraje de 40 minutos que he citado al principio de este texto, de mismo título y dirigido por Alan Clarke, que nos muestra la frialdad de cualquier tipo de asesinato (aunque Clarke lo hizo pensando en los del IRA) pero la manera en que nos lo muestra, la hace global, adquiere mucha más importancia, nos muestra el sinsentido de la violencia, esos pasos que se dan antes de cometer el crimen y llegar a una víctima que ni siquiera el asesino conoce. Es una película también arriesgada y tan recomendable como la versión de Gus Van Sant.


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