
Y a partir de eso, Bigelow monta su película siguiendo la acción desde un grupo que desactiva y recoge bombas. Y nos ofrece varias escenas que son puro espectáculo con escenas de una intensidad brutal. Uno cabe fijarse en las escenas de los francotiradores o la inicial con Guy Pearce: resueltas con una calma brutal. Bigelow se toma su tiempo para ambas, nada de la acción acelerada y desequilibrada de hoy en día que resultan un visto y no visto. Resultan tensas, están bien filmadas y funcionan en el momento dado de la película. Como conjunto serán todo lo irregulares que quieran ser pero por solitario son absolutamente descomunales. Y es una pena que no se dirijan escenas así en el cine de acción hoy en día.

Y cuando hace acto de presencia el personaje de Jeremy Renner, lo ves como a un personaje desequilibrado, al que le importan un bledo las causas por las cuales el ejército está en Irak. Simplemente quiere desactivar sus bombas, estar al pie del cañón un día sí, otro también. Y cuando mayor le sea el riesgo, más le estimula. Hay un momento en que su personaje parece que va a cambiar de rumbo, y va a ser más humano, adquirir algo de profundidad cuando decide ir en busca del niño que le vende DVD´s. Pero no puede, pronto le deja, todo eso le supera y tiene que volver a lo que sabe -y le encanta- hacer.

The Hurt Locker es una propuesta que te ofrece acción bélica de manera admirable. Y no va, ni quiere ir, más allá de eso. Y se agradece porque es cuando la señorita Bigelow más se ha centrado en el contenido que en la forma (K-19 y El peso del agua) cuando peor le han salido las películas que ha dirigido. Y nos acaba dando lo que siempre le ha gustado realizar: un entretenimiento de lujo que se convierte en la mejor película que ha dirigido en toda su carrera.
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