La película que nos ocupa, que ha sido vendida con unos engañosos avances que parecían tirar por la acción para con ello atraer público a la sala, es precisamente lo contrario a lo que se vendía. Es sosegada, es tranquila e intenta profundizar en lo que sienten sus personajes en cada escena, en cada momento. Es por ello que la historia es una mera excusa para lanzar las ideas importantes de la película: ambos caminan por el sur intentando acercarse a alguna playa pero sin ningún aparente rumbo fijo, su única meta es sobrevivir, el hombre sabe que lo que se van a encontrar por ese camino va a ser igual de miserable que lo que llevan recorrido pero avanza firme y mantiene las esperanzas de su hijo de encontrarse con los "buenos". Por ese camino se pueden morir de hambre, de sed, llevar la misma ropa durante varios días, encontrarse con tipos que practican el canibalismo. Él sabe cual es la mejor manera de acabar con una vida que parece no ir por ningún sitio: el suicidio. Incluso enseña a su hijo a hacerlo por si algún día se ve acorralado. Pero por mucho que en varias escenas sea el mismo padre el que apunte al hijo, va a ser incapaz de matarlo y por mucho que lo pasen mal, en el momento preciso no podrá dispararle en la cabeza. Y él no puede suicidarse porque cree que el chico no va a poder mantenerse él solo con su ingenuidad en un mundo repleto de lobos.
Hillcoat muestra todo esto con una desolación increíble. Aún manteniendo esa ingenuidad e inocencia de un niño que prácticamente ya ha visto las cosas más crudas que podría ver, el director nunca se separa de ese camino -excepto en el final de la película tras morir Viggo y encontrarse con el personaje de Guy Pearce-, ni siquiera para mostrar los flashbacks en los que aparece la madre del chico con el rostro de Charlize Theron. Con ciertas pinceladas de varios géneros, Hillcoat va mostrando todo lo que tienen dentro sus personajes, sacando lo que está en sus interiores y para ello se ve apoyado de una genial atmósfera ténebre, grisácea que va a contraste con el pensamiento que ha acabado teniendo el padre hacía la naturaleza humana, de no confiar en absolutamente nadie y de hacer lo que sea necesario para que él y, especialmente, su hijo sobrevivan a ese infierno.
Con la película que adapta una novela de Cormac McCarthy del mismo título, se sigue demostrando que de momento el cine sí está haciendo justicia a su pluma, si obviamos Todos los caballos bellos dirigida por el actor Billy Bob Thornton, pues tanto No es país para viejos de los hermanos Coen como la película que nos ocupa de Hillcoat, quizá no estén a la altura de la obra del novelista, pero sí que resultan adaptaciones muy bien realizadas. Esperemos que Andrew Dominik, director de la notable El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, mantenga el nivel que han mostrado los directores anteriores. Talento tiene para ello.
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