domingo, 5 de diciembre de 2010
Biutiful
Mal regreso de Alejandro González Iñárritu a la dirección tras esas tres películas que filmó al lado de Guillermo Arriaga como guionista, antes de la separación de ambos y del debut como director del segundo. En Biutiful, Iñárritu se aleja de Guillermo Arriaga y se acaba notando demasiado. Todos los tics molestos que manejaban Amores Perros, 21 gramos y Babel aquí se multiplican porque los guionistas no saben jugar con ello. Probablemente si viera alguna de esas películas del director y guionista de nuevo, alguna se me vendría cuesta abajo, pienso yo que especialmente las dos últimas ya que pese a sus virtudes, también se encontraba un exacerbado dramatismo que muchas veces resultaba muy gratuito. Todas esas historias que estaban divididas entre varios personajes, de lo cual Iñárritu con cierta habilidad se acababa aprovechando, resultaban por momentos cercanas pero también había momentos en que los caprichos de Iñárritu y de Arriaga por el dolor de sus personajes se apoderaba y perjudicaba a las películas de estos.
Biutiful sigue por esa senda de colocar a su personaje principal bajo un halo de desesperanza bastante grande del que intenta salir. Todo es muy dramático pero está muy mal tratado. Poco te importan los personajes cercanos al personaje principal. Y lo peor es que desarrollando situaciones entre estos, Iñárritu no puede evitar caer tanto en lo gratuito como en lo ridículo. Nunca se siente cómodo. De la película, lo único que maneja con cierta habilidad el director es el aspecto visual. En lo referente a guión todo resulta muy torpe y muy poco creíble. Desaprovecha el material que tiene intentando regocijarse en el dolor del personaje principal. Iñárritu intenta ser solemne, conmovedor y sutil pero solo es manipulador, falso y vulgar. La tragedia nunca le funciona porque no sabe utilizarla como es debido. No desarrolla personajes, ni hace que el espectador se vea sacudido por el dolor de estos en pantalla, todo acaba siendo desmontado en manos de un director que se equivoca en la dirección.
Javier Bardem está bien. No sobresaliente pero sí que consigue al menos salir indemne de una película que en ningún momento consigue que me interese. Que no es poco para el actor viendo el material del que dispone. Pero uno no puede evitar pensar que hubiera sido de ese personaje y, especialmente, de esa actuación del actor si Iñárritu le hubiera dado buen material con el que trabajar y no se hubiera recreado en lo fácil. El resto de secundarios están a un bajo nivel, tampoco se les puede exigir demasiado más. Quizá Iñárritu deba pensar en dar un gran cambio, en hacer algo diferente para ver si se le aclaran las ideas y nos ofrece algo luminoso, donde el dolor sea una excusa para desarrollar personajes y sacar a la luz los sentimientos de estos y no un recurso fácil que intente buscar la lágrima del espectador a base de trampas.
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