domingo, 22 de mayo de 2011
El ilusionista
La última película de Sylvain Chomet llega al fin después de mucho tiempo esperándola. El hecho de ser un guión viejo de Jacques Tati, de todas las noticias leídas y de los avances y los trailers que he visto de la película, hacía que las ganas de verla El ilusionista aumentaran cada vez más. Y siendo un fan del trabajo anterior del director francés, el divertidísimo cortometraje La anciana y las palomas, la extravagante y genuina Bienvenidos a Belleville más el acertado y curioso fragmento que dirigió para la película coral Paris, Je t´aime, las expectativas que tenía con El ilusionista ya eran elevadas. Y es que el director al que descubrí con Bienvenidos a Belleville me ha ofrecido varios minutos de muy buen cine. Ya en su anterior pelicula disfruté como un niño por su ritmo, por sus personajes, por su trama, por su música y por casi todo lo que se veía en ella. Después vi sus otros dos trabajos y aunque esa sensación era algo menor que con Bienvenidos a Belleville, estaban muy bien dirigidos y poseían detalles muy meritorios.
Todas las expectativas que había creado El ilusionista se han cumplido. Y aún la esperaba mejor pero no me puedo quejar para nada del resultado final de la película de Sylvain Chomet. Creo que lo que cuenta en ella el francés está muy bien. Y que Chomet dirige con su estilo sobrio y clásico, es elegante y la película posee varios detalles que la elevan. La animación está a un nivel muy alto, la música es utilizada de manera notable sin llegar a resultar empalagosa. Los personajes caen simpáticos y es una película sencilla pero realizada con gusto, que maneja el recurso tragicómico con una maestría digna de algunos grandes maestros. Posee varios momentos conmovedores que pueden tocarte el corazón como esa relación entre el mago y la niña que es preciosa. Quizá se le pueda achacar algo de sensiblería en ciertas fases pero creo que a Chomet no se le va la mano, ya que me parece más sensible que sensiblera, y que, con su ajustada duración, consigue que la película no sea pesada ni que llegue a excederse en casi nada. Pero en ese mago fracasado, en esa niña que cree en la magia, en esos teatros y en esas tabernas hay algo especial. Remite a esa magia que tenían varias películas clásicas nostálgicas.
La película es un precioso poema con el que Chomet además de homenajear a Jacques Tati, también lo hace al cine de animación y al país en que se desarrolla la historia de la película, Escocia. Las tres cosas cobran una importancia suprema en la película y ese poema romántico alcanza su cima en sus últimos 10 minutos. Se le puede achacar de pasteloso por las imágenes o por la música utilizada pero me parece único y especial, muy lejano a ser algo insoportable. Ese final puede provocar que te entren ganas de llorar varias veces sino lo ha conseguido ya la historia del mago. Además, Chomet consigue llevar el tema de la película más allá porque llega un momento en el que es él quien se convierte en el personaje de la película, el mago, creando esa citada magia con varias de sus imágenes. Quizá sea inferior a Bienvenidos a Belleville pero El ilusionista no es para nada desdeñable. Tampoco es mejor que esa hermosa obra maestra llamada Toy Story 3, pero fue de lo mejor en animación el año pasado. Y si nos salimos de la animación, El ilusionista también fue de lo mejor del año.
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