sábado, 1 de agosto de 2009

Drag me to hell (Arrástrame al infierno)



Después de varios años dirigiendo películas de "Spiderman", Raimi regresa al género que le vio nacer y que dejó en el año 1992 con la última parte de la saga Evil Dead, "El ejército de las tinieblas", ese terror con muchísimas dosis de humor que durante la etapa de los 80 le dio al director la fama. Después de andar con paso firme en la saga "Spiderman" durante sus dos primeras partes, especialmente con la segunda, se bajó mucho el nivel en la tercera y todo lo que se había conseguido en las anteriores desapareció, la humanidad que le habían dado a Peter Parker quedaba atrás viendo la nueva actitud chulesca -por el simbionte- que tomaba el personaje interpretado por Tobey Maguire. El regreso a su género parecía necesario, el tomarse un respiro, hacer una película más tranquila en la que no tenga encima la presión de los productores. Y aunque "Drag me to hell" es una película interesante y muy entretenida, es mucho menos desmadrada de lo que nos hubiera gustado a todos. Aún así, en un género tan devaluado en la actualidad como es el terror que nos llega desde América, la última película de Raimi se antoja como una cinta interesante.




Y mérito de esto lo tiene Sam Raimi. No pierde ni un segundo en zarandear a su personaje principal, una Alison Lohman con una interpretación muy ajustada ofreciendo al personaje lo que Raimi le pide, demostrando que tiene recursos suficientes para caer bien cuando su personaje está indefenso como para que el espectador desee que le den una muerte lenta y dolorosa cuando se pone en plan de chica no tan buena como se creía. Y junto al buen desarrollo que se hace de ese personaje, nos encontramos ante una trama viva, rápida, entretenida y sencilla. Un entretenimiento de lujo, que no toma por tonto al espectador, con una dirección eficaz que alterna terror con humor (en determinados momentos como la cena con los padres de Justin Long o la del aparcamiento, sin duda, la mejor de toda la película) y manejando bien los efectos técnicos sin dejarse llevar por grandes tecnologías.




Quizá "Drag me to hell" tire mucho de los típicos subidones de volumen a la hora de querer sobresaltar al público, y también nos encontramos con un Raimi que está mucho más comedido, más controlado que antaño. No se deja llevar como lo hizo con Evil Dead - especialmente con la deliciosa segunda parte de la saga- por el desmadre puro y duro que tan buen resultados le dio. Aún así, está bien para pasar una muy entretenida hora y media y para dejarse llevar por esta propuesta de maldiciones gitanas del director, que solo a ratos encuentra ese gamberro que le hizo destacar en este mundillo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario