Nueva película de Almodóvar en la que el director vuelve hacer gala de su exacerbado egocentrismo. Y una obra muy difícil de valorar, una de esas películas que puedes amar o odiar con suma facilidad. Yo me encuentro entre las personas del primer grupo, la película me ha gustado muchísimo aún con sus excesos y su complaciencia hacía el cine que realiza -aunque nunca hasta los límites de Los abrazos rotos-. De Almodóvar se dicen muchas cosas en España. El sector que le odia comenta que siempre resulta difícil atacar al cine de Almodóvar, que parece que haya que alabar sus películas solo por venir dirigidas por él mientras que los que aman su cine comentan que Pedro no es profeta en su tierra y que es en el extranjero donde le tienen esa estima que no le tienen aquí en España. Creo que el director, como todos, tiene sus películas buenas y sus películas malas. O por decirlo de manera más acertada, películas que me gustan y películas que no me gustan. A mí La piel que habito me parece de las mejores películas que he visto de Almodóvar junto a ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Átame! y Todo sobre mi madre. Pero es una película imperfecta, con sus defectos, que para mí le confieren un encanto especial.
Almodóvar no pierde ni un segundo para presentarnos la situación con el personaje de Elena Anaya encerrado en una habitación por su "creador". Bajo esta sencilla premisa se esconde una película que luego explotará eso hasta cuanto puede de la manera más enfermiza posible. El director mezcla géneros y se mueve sin ningún tipo de duda entre esa fina línea que separa la genialidad del ridículo y de la vergüenza ajena. A mí me ha seducido en las escenas más intensas y también en las que el público se reía. Y nos regala escenas intensas no exentas de cierta ironía como la protagonizada por Roberto Álamo con su traje de tigre. Como resuelve esta escena, que se prometía ridícula en un principio, en una escena larga, contundente y tensa con su climax final, nos muestra a un Almodóvar que no se anda por las ramas. También me gusta el manejo que hace el director de los cambios temporales, como se mueve del 2012 -el año donde se sitúa la acción- hacia atrás o vuelve al presente con un talento brutal, resolviéndolo todo y no dejando nada atrás. También nos regala una escena de gran intensidad desde dos puntos de vista resuelta de manera soberbia -aunque con algún detalle gratuito, es cierto- en la que el chico fuerza a Norma, la hija del personaje de Banderas. A todo esto hay que sumarle ese talento visual que tan bien maneja el director. Como cuida cada detalle de los escenarios, del vestuario que vemos. Y sin olvidar algunos diálogos muy habituales de él -como el divertido cameo de su hermano Agustín- o un montón de guiños a películas clásicas.
La película también tiene algunos fallos que tampoco se molesta en esconder y quedan bien visibles. Quizá un guión demasiado improvisado para estar tanto tiempo trabajando con él y al que le falta definir mejor a algunos personajes. Tampoco se molesta en los detalles sexuales que puedan resultar vulgares como esa orgía del grupo joven en la boda o Banderas sugiriendo a Elena Anaya si prefiere el sexo anal si le duele demasiado por el otro agujero. Y desde luego son detalles que no me molestan, que ayudan a contribuir a ese clima enfermizo que posee la película. Y sin embargo lo que sí me molesta es la banda sonora de Alberto Iglesias. Y eso que también es excesiva y grandilocuente como lo es el cine de Almodóvar e intenta contribuir a aumentar ese clima enfermizo. Creo que Iglesias busca tener un protagonismo con su música que me saca de los nervios y es algo que me viene pasando hace tiempo con este compositor, que quiere hacerse notar demasiado en las películas que participa. Y es una pena porque tiene mucho talento y creo que era el adecuado para la película pero se le va la mano. Y los actores pues cumpliendo con los personajes que tienen. No creo que Antonio Banderas esté tan mal como se comenta, cumple con su papel pero quizá le falte que el personaje tuviera más profundidad. Elena Anaya es la que mejor parada sale, además de estar guapísima, ella aprovecha cada minuto que aparece. Jan Cornet está bien. A Blanca Suárez sí se le ve mucho más limitada que a los demás. Y quizá se podría haber aprovechado más a Marisa Paredes, Bárbara Lennie y a Eduard Fernández. Pero La piel que habito es una película recomendable de ver, guste o no guste, te parezca dramática y enfermiza o te provoque esa risa involuntaria con la que mucha gente ha acompañado a la película. Y personalmente me parece una de las cimas de su director.
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