Había mucha expectación con Prometheus
y de momento está dividiendo a la gente. Por mi parte, tenía ganas de volver al
universo de Alien y el trailer me gustó pero bajé mis expectativas ante
el recibimiento general de la película y sobre todo ante el hecho que la
película viene dirigida por Ridley Scott. Por mucho que dirigiera dos cimas de
la ciencia-ficción -Alien y Blade Runner-, Ridley Scott lleva ya
mucho tiempo a un nivel bajo, siendo Los impostores la película suya que
más me gusta desde esos dos clásicos. Pero soy un gran seguidor de la saga Alien,
de las tres secuelas que se dirigieron -dejando de lado los dos cruces con el Predator-
y Prometheus me ha gustado dentro de lo que cabe.
Pero, eso sí, tomándome la
película como un gran blockbuster de verano y no como algo más. Si hubiera sido
más exigente no la hubiera disfrutado tanto, me habría llevado a la decepción -comprendo la decepción que está causando la película-. Así que he dejado de lado todas las
movidas que Ridley Scott se ha montado en ruedas de prensa intentando que su
película sea más de lo que es y simplemente disfrutarlo como ese espectáculo
visual con grandes momentos de tensión que es. Clarísima precuela de Alien,
por mucho que durante mucho tiempo hayan querido negarlo, Prometheus
pronto nos sumerge en ese viaje a otro planeta para encontrar el origen del ser
humano, de donde procedemos. Y pese a todo eso, no deja el trasfondo religioso
atrás, de hecho desde referencias muy explicitas hasta algunas más implícitas
se pasean por la película.
Resulta curioso que en una
película donde sus personajes buscan el origen de la vida del ser humano, el
personaje más desarrollado e interesante sea el de un robot -llamado David Lean e
interpretado por Michael Fassbender-. Es del que más conocemos, del que incluso
llegamos a entender sus motivaciones -la referencia a Lawrence de Arabia
quizá es demasiado obvia aunque tenga sentido- e incluso se le puede ver cierta
obsesión con el ser humano -que mire en los recuerdos del personaje Rapace,
cierto recelo en algunos detalles cuando por ejemplo le dice al otro científico
que sería malgastar una botella si él bebiera o cuando le quita la cruz a
ella-. Pero él termina por ser el causante de todo o al menos el que le da
inicio a todo. Un pequeño paso para conseguir algo grande.
Es cierto que a algunos personajes de la
película les falta desarrollo o incluso no son muy interesantes. También que un actor
como Idris Elba saca su personaje, algo pobre, adelante a base de carisma y presencia en
pantalla. Un Guy Pearce irreconocible por el maquillaje para hacer de anciano, hace lo que puede aunque su personaje requeriría más presencia porque no se llega a entender del todo su presencia en la nave. Pero hay otros personajes
demasiados marcados. Es el caso de la tripulación que acompaña a Elba o de una
Charlize Theron que, más allá de una escena en la que se suelta y tontea con el mismo Idris
Elba, no termina por sentirse a gusto con su personaje que termina viéndose
como si fuera una de las malas -y Charlize parece que para hacer este tipo de papel debe poner cara de asco toda la película- y cuyo destino está escrito desde el principio.
El mayor protagonismo lo tienen,
dejando a Fassbender de lado, la pareja que interpretan Noomi Rapace y, en
menor medida, Logan Marshall-Green. De ella conocemos detalles de su
vida, sus creencias, su esterilidad, un recuerdo con su padre y el motivo por
el cual acomete este viaje. Y a medida que avanza la película, vemos que cuando
puede flaquear saca fuerzas de donde sea para sobrevivir. De él sabemos algo menos, acompaña en la investigación y también en la cama al personaje de
Noomi pero termina siendo determinante en la manipulación a la que le lleva
David después de cierta frustración que acaba solucionando con unos cuantos
tragos. Su conversión me parece interesante.
Ridley Scott crea un gran
espectáculo visual. Muchos le pueden achacar que haya dejado atrás la artesanía con
la que realizó Alien a cambio de los ordenadores y la nueva tecnología.
Pero el 3D se integra a la perfección sin resultar molesto, acompañando a la
trama, y el director británico consigue varias escenas de mucha tensión. Entre ellas la de la
operación de Noomi, varios minutos en los que el director demuestra que aún
puede tener el pulso de antaño, o la de la tormenta de arena. También alguna otra donde
puede pasar cualquier cosa y el director mantiene en espera sabiamente. Pero también cae en lo fácil
en otras escenas, en querer mostrar más que sugerir, que no me parece mal el
mostrar si se hace bien, en determinadas ocasiones.
Ciertos agujeros de guión
relativos a los Space Jockeys no terminan por matar a una película que se
sustenta en su puesta en escena, en su tensión en determinados momentos, en el
hecho de coger algunos detalles de la saga e integrarlos correctamente. Si se
le perdonan sus fallos, sobre todo narrativos, Prometheus es una
película veraniega en toda regla con la que pasar un gran rato. Y si nos
ponemos a comparar con anteriores, está claro que Prometheus no es la primera Alien
pero desde luego tampoco es Alien VS Predator. Está a la altura de las
otras secuelas de Alien -quizá un escalón por debajo de la de Cameron,
pero por encima de la de Fincher- pero eso es lo de menos. Hay que olvidar de,
en cada escena, en cada minuto de la película, el ir comparando Prometheus
con el trabajo que el mismo Ridley Scott hizo 34 años antes. No le hace ningún
bien.
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