Película para TV, de algo más de 4
horas y media, dirigida por Kevin Reynolds. Este trabajo supone el reencuentro
del director con Kevin Costner tras el sonoro fracaso de Waterworld,
película que me parece muy disfrutable. Anteriormente a Waterworld habían trabajado juntos en Robin
Hood, príncipe de los ladrones y en ¿Dónde dices que vas?. No es
ningún secreto que Kevin Costner ha sido junto con Clint Eastwood, con quien
trabajó en la soberbia road-movie dramática con algunos ecos de western Un mundo
perfecto, uno de los que intentaron hacer resurgir el western en los
últimos años ya fuera dirigiendo -Bailando con lobos y Open Range- o
actuando en ellos -Silverado y Wyatt Earp, ambas de Kasdan-. Desde luego
a Costner le viene bien esta película para volver a la primera liga, esa que
ocupó a finales de los 80-principios de los 90 con películas como algunas de
las ya citadas, Campo de sueños, Los intocables de Eliot Ness, Revenge o
esa obra maestra que es JFK.
En esta miniserie, Reynolds nos
cuenta la historia real de ambas familias y de cómo después que los patriarcas,
Randall McCoy y Anderson Hatfield (Bill Paxton y Kevin Costner), estuvieran
juntos en la guerra y que uno de ellos le salve la vida al otro, en su regreso a su hogar poco a
poco surgen las rencillas entre ellos. Y conforme esa rencilla no se soluciona, la cosa termina yendo a más hasta
que se convierte directamente en una guerra entre ellos y en como cada uno van perdiendo, normalmente en tiroteos,
a miembros de su familia por un simple odio que entre todos ellos se encargan
de avivar y en el que no van a perdonar a nadie, ni a las personas más
inocentes de la otra familia ni a posibles traidores dentro de su propia
familia.
Reynolds se siente mejor
dirigiendo en la tormenta que en la calma. Se le nota que es un director más de
acción. Eso no quiere decir que no tenga momentos buenos dentro lo de segundo.
Pero se le ve más cómodo cuando le toca narrar el odio entre las dos
familias y como la cosa va a más que cuando tiene que pararse en la trama
romántica entre el hijo de Hatfield y la hija de McCoy y, posteriormente,
entre ese mismo Hatfield, con mucha facilidad para enamorarse, y una de
las primas de los McCoy. Pero también tenemos momentos de calma muy tensa, como
esa escena en la que Costner piensa en cargarse a su hijo mientras están
pescando después que haya tenido la lengua muy larga. Llega a recordar un tanto a la escena de Fredo en El padrino II.
No sabes en ningún momento si el patriarca de los Hatfield tendrá el valor o no
para terminar matando a su propio hijo.
Hatfields & McCoys ha
sido definida como una serie en la que no hay héroes o villanos. Simplemente
hay gente que es un poco más violenta y cabrona que otros. Los dos grandes
ejemplos son Jim Vance y Bad Frank Phillips. El resto de personajes
tienen ese punto de ser personas que pueden demostrar su humanidad en cualquier
momento pero que a los dos segundos te pueden pegar un balazo por la espalda. Es
el caso de Nancy McCoy, que en un momento parece estar al margen de toda esa
violencia y más tarde termina por ser una de las que más difunden ese odio
hacia los Hatfield. También se quiere remarcar el carácter religioso del
patriarca de los McCoy y como contrasta eso con su manera de actuar. A su lado
tiene a su esposa que permanece a su lado pese a ver como sus hijos van muriendo
poco a poco.
Y Kevin Costner y Bill Paxton
aprovechan los regalos que les ofrecen. Sobre todo Costner. Pero no son los
únicos. Ese actor minusvalorado que es Tom Berenger está absolutamente espléndido en la piel de
Jim Vance. Igual que Andrew Howard o Noel Fisher, el último en un personaje en el que era
fácil caer en lo vulgar. Quizá Matt Barr no llegue a apasionarme y de Powers
Boothe, aunque cumpla, espero más. En cuanto a personajes femeninos, hay
algunos personajes bien trabajados. Las esposas de los dos mandamases, interpretadas por Sarah
Parish y Mare Winningham, están muy bien. Como también cumplen Jena Malone,
sobre todo cuando saca su lado más perverso, y Lindsay Pulsipher, pese a
protagonizar algunos de los momentos más endebles de la película.
Es una película para verla y
disfrutar. Y cada vez que sale un western actual que resulta recomendable me gusta alabarlo y recordar que es una pena que se
trabaje tan poco en él. Pero de vez en cuando se hacen películas que merecen mucho la pena. Es
bonito que aunque solo sea una película al año o pocas más se hagan películas o
miniseries como Broken Trail, True Grit, Meek’s Cutoff, El asesinato de
Jesse James por el cobarde Robert Ford o Rango. No son muchas pero
todas ellas merecen la pena y además no son películas que sean muy parecidas, cada una es estupenda en su estilo. Y, por supuesto, encima de todas ellas está la
proverbial Deadwood, serie imprescindible que es ya un clásico moderno.
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