Se hablaba que El niño de la bicicleta era el paso de los Dardenne hacia un tipo de cine más optimista. Tras verla ese paso se ve levemente, en parte porque sigue teniendo esa cruda realidad en la que parece que el protagonista lo va a pasar bastante mal. Y es que para comenzar, su padre le abandona, y cuando se reencuentra es incapaz de decirle que no quiere volver a verlo hasta que por exigencia de la mujer que acompaña al crío, no le queda otra que hacerlo. Por no hablar que empieza a frecuentar malas compañías –aunque uno le deje echarse un vicio a la Play3- y que se dedica a atracar a personas dejándolas inconscientes. Pero por suerte tiene a la mujer que decide ser su tutora que intenta llevarle por el buen camino -pese a llevarse cuchillazos por eso-, se preocupa por él e incluso le ayuda cuando el chico tiene que asumir responsabilidades sin dedicarle una mala mirada. Pero el niño quizá por una infancia dura, no es fácil de tratar y se rebela. Es el universo particular que han creado los directores desde su primera película.
Hacía el final, cuando el dealer le da la espalda, sí que existe finalmente ese acercamiento a la mujer. Anteriormente ya había algo especial entre ellos -ella deja a su novio por el crío- pero estaba demasiado marcado por el comportamiento del crío, mientras que tras el incidente que marca la película –el atraco con el bate de beisbol- sí que acaban unidos y él acepta llevar una vida más tranquila. Pero, como se suele decir, el pasado no perdona y se vuelve a encontrar con el hijo al que agredió. Él acaba volando cual Superman desde un tejado. Y quizá aquí es donde sí cambia un poco la visión de los hermanos Dardenne. Probablemente en anteriores películas de los realizadores, en ese momento hubieran dejado al niño morir tras esa caída y, durante varios minutos, es lo que tú crees que ha pasado. Hay mucha tensión con el otro padre y el hijo mirando y decidiendo que hacer tras lo sucedido. Pero los realizadores deciden que el niño se levante por sí solo ante la incrédula mirada de los dos y que siga el camino a su casa con la bicicleta. Un pequeño pero a la vez enorme paso hacia ese optimismo del que se hablaba.
Esa visión quizá sea lo único que cambia El niño de la bicicleta respecto a otras películas de los Dardenne porque el resto de la película es como todas las películas de los Dardenne. Un estilo seco, que sigue al personaje principal allá donde va, con unas relaciones familiares entre los personajes casi siempre quebradas. Pero a mí El niño de la bicicleta tras verla me deja un regusto dulce, de película que va ganando con el paso del tiempo. Quizá la gente no la considere su cima, pero creo que es lo mejor que he visto de ellos. Los actores hacen un muy buen trabajo, desde la más conocida del reparto, muy guapa sale Cécile de France, hasta los más desconocidos, con el crío resultando muy natural pese a su inexperiencia. La película no será una obra maestra pero sí es una obra notable y que con muchísima facilidad entra en mi top de las mejores del año.
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