Es curioso que con el gran éxito que fue Sideways (Entre copas) en su año, Alexander Payne se haya tirado tanto tiempo sin dirigir un largometraje. Porque desde entonces solo ha hecho un fragmento de Paris, je t’aime y el piloto de la serie Hung -que no he visto-. No hace mucho revisé Election y me gustó bastante. Era una película cínica, que parodiaba bien el mundo político a través de unas simples elecciones para ser presidente del consejo de alumnos en un instituto pero el director sabía extrapolarlo a la perfección al mundo real y a un tipo de elecciones “más importantes”. Es una película que destacaba especialmente en el guión. En el caso de Los descendientes, el guión es importante pero creo que donde esta vez destaca la película de Payne es en la dirección.
En ese inicio en el que Payne nos muestra la escena de la mujer en su lancha -suponemos que momentos antes de tener el accidente- ya nos queda claro el tono que va a tener la película. Y Payne no se separa de él ni tampoco deja, en ningún momento, el accidente de lado. Porque aunque los personajes viajen a otros sitios o el protagonista intente llevar un negocio personal, todo lo que le ha pasado a su mujer finalmente va a servir como desencadenante de todas las historias. Desencadenante para que el protagonista se convierta en padre, que él y su hija mayor se reconcilien, que el negocio finalmente se vaya al traste... De lo que finalmente trata Los descendientes es del perdón. El de un hombre que busca al amante de su mujer no para pegarle ni destrozar su familia sino para que pueda despedirse de su mujer. Para que todas las personas que le importan a su mujer puedan despedirse de ella, por mucho que a él le duela.
Pero por lo que me gusta la película es porque me ha llegado. Porque me creo a ese hombre que lleva una vida gris amasando un dinero que no quiere gastarse y que, de pronto, se encuentra con una mujer a la que van a desconectar del aparato que respira por ella, a unas hijas que no le hacen ni caso y a las que no sabe tratar y a una infidelidad inesperada que iba a derivar en un divorcio que no llegó por el accidente. Tiene que pasar de ser un marido y padre ausente a ser el padre de familia, algo que nunca ha sido y que no sabe hacerlo. También me creo a esa hija ebria que le echa en cara a su madre todo lo que corresponde a la infidelidad, incapaz de perdonarla y, finalmente, siendo el gran apoyo de su padre para que éste no termine por derrumbarse.
Y Payne nos guarda escenas de una belleza tremenda. Se recrea en el escenario, consiguiendo imágenes bellas de Hawai, recreándose en las casas y los paisajes de allí. Y es una película dramática con golpes cómicos que funcionan a la perfección. Esa carrera que Clooney se echa desde su casa hasta la casa de unos amigos es completamente tragicómica, porque va a intentar descubrir quien es el amante de su mujer pero, a su vez, hay algo de graciosa en ella. O esa encrucijada entre él y su hija al amante de su mujer, para que ambos puedan quedarse a solas y charlar. Tiene mucho de drama, de un tipo que casi les está suplicando que no destrocen su familia mientras intenta mantener las apariencias ante su mujer.
Aunque tiene un par de detalles artificiales que terminan porque Los descendientes sea solo una película notable y no una sobresaliente. En primer lugar, me mosquea algo el comportamiento de la hija pequeña en el inicio y sobre todo a la hora de mostrar a una amiga suya a su madre. Por suerte, Payne se olvida de eso y finalmente desarrolla su historia tirando por otro camino. También la visita de la mujer del amante de su mujer me parece una escena algo impostada, está bien que, como ya he dicho, esta sea una película sobre el perdón y ella también tenga que dárselo por el hecho de haberle intentado arrebatarle a su marido. La escena posterior de Clooney despidiéndose de su mujer quizá sea menos conmovedora que el resto pero está bien. Todo lo contrario que la escena en que el padre se despide de su hija, una escena muy desconsoladora con la que me emocioné, con los tres -el protagonista, la hija y el chico- mirando por la puerta alborotados.
Y Los descendientes acaba con el padre y las hijas compartiendo sofá, helados y una manta después de esparcir las cenizas en el mar. Un plano tan necesario como triste y bello, el ver a tres personas que tienen que seguir adelante e intentar disfrutar más de la vida. Las interpretaciones de los actores están muy bien, se ajustan a sus personajes a la perfección. Clooney y Shailene Woodley están estupendos como padre e hija. Me ha gustado mucho esta nueva propuesta del director, esta vez haciendo más hincapié en el drama que en la comedia -que no deja de lado-, pero igual de refrescante que sus anteriores películas.
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