Take Shelter es la primera película que veo de Jeff Nichols ya que, su anterior película,
Shotgun Stories, también protagonizada por Michael Shannon, no la he visto aún. Una película que ha presentado en multitud de festivales siempre con buenos resultados. Y lo cierto es que durante buena parte de su metraje realmente no sabía por donde iba a tirar el director aunque el asunto se hace más evidente en el tramo final de la película, pero tiene en buena parte de su duración un halo de misterio que hace atractiva la propuesta del director. Y Jeff Nichols consigue desprenderse de los vicios del cine independiente para demostrar que tiene talento en la puesta en escena.
En
Take Shelter hay, sobre todo, un ambiente enrarecido, una atmósfera turbia. La sensación que alguna catástrofe puede pasar en ese pueblo y a esa familia. Y el director va a potenciarlo todo, primero haciéndonos dudar si lo que está viviendo -o soñando- el protagonista es real, algo así como premoniciones o simplemente es la locura de un hombre que a medida que pasa el tiempo va en aumento. Bueno, teniendo en cuenta que el personaje lo interpreta Michael Shannon ya asumimos que un poco loco está, tenga razón o no. Pero tiene el pasado con su madre internada y puede haberlo heredado. Aunque también hay indicios que quizá todas esas alucinaciones, esa gran tormenta que cree que va a suceder, acabe pasando.
Y lo bueno es que el director lo lleva todo hasta el punto que cualquier final de los dos habría sido satisfactorio. Y esto es una auténtica pena porque al final Jeff Nichols te quiere clavar los dos finales. Y eso no procede. Si te quedas con uno ve con él hasta el final. No lo cambies como utilización de final sorpresa para engañar al espectador porque es innecesario. Es un fallo menor, que no termina por empañar el resultado final de la película pero que sí molesta un poco. Una vez que eliges que quizá todo esté en la cabeza de Michael Shannon, que necesita ayuda médica, alejarse de su familia y ser internado dando como resultado un final un tanto claustrofóbico cuando se meten en ese sótano construido por el personaje, no nos termines por meter que lo del tornado es cierto porque el final con todo lo anterior habría sido perfecto pero acabas añadiendo esa escena que resulta gratuita.
Pero uno se acaba quedando con su atmósfera, con esas alucinaciones o pesadillas que tiene el personaje de Michael Shannon que resultan escalofriantes, tanto que las primeras de ellas parecen reales -sobre todo la del mordisco del perro en el brazo-. Gran mérito también, tanto por parte del guionista -que en este caso es el mismo Jeff Nichols- como de Michael Shannon, es el desarrollo del personaje protagonista, adentrándose a la perfección en sus miedos. Y sus relaciones con los demás personajes como el caso de su familia -pequeñas pero importantes apariciones tanto de la madre como del hermano- o sus amigos -el vuelco que da su relación con su mejor amigo y compañero de trabajo-.
También el retrato de ese pueblo, donde la imagen de Nichols y la fotografía cobran gran rebelancia, además con la crisis económica también de fondo al estar siempre pendiente del dinero que la familia tiene para la operación de la hija. Y por un lado tenemos a una Jessica Chastain estupenda en su papel, aprovechando los minutos que le cede Shannon para estar luminosa y un Shea Whigham estupendo, quizá no tan perdedor como en Boardwalk Empire pero igualmente siéndolo.
Una película recomendable de ver y que puede recordar sobre todo en puesta en escena al cine de otros directores -Shyamalan a la cabeza-. Pero donde mejor se maneja el director, además de en eso, es en el tratamiento de la cabeza de su personaje principal tejiendo un drama psicológico. Y un par de trampas y lo ya mencionado del doble final bajan algo el listón de una película que podría haber sido estupenda pero, aún así, nos encontramos ante una de las películas más interesantes del 2011 y que mucha gente se perderá por no ser lo suficientemente conocida. Una auténtica lástima.
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