El regreso de Mad Men era una incógnita para mí. A un lado estaba la cuarta temporada de la serie, que mucha gente considera brillante y la mejor de la serie, pero que a mí me decepcionó un poco. No es que fuera mala pero era dependiente de Don Draper completamente y los secundarios no daban tanto juego como en anteriores temporadas. Así que mientas la parte de Draper estaba muy bien, la de los secundarios se veía un tanto desdibujada y solo rendían cuando coincidían con el protagonista -aquel capítulo en que Peggy pasa la noche en la oficina con Don-. Quizá con el tiempo la temporada gane y, de hecho, puede que no sea tan inferior a la irregular tercera temporada, donde ya hubo un bajón de calidad respecto a temporadas anteriores pero en cuyo final de temporada pisaron el acelerador y nos dejaron un par de capítulos que están entre los mejores de la serie.
La larga parada de la temporada, de más de un año no hacía indicar nada bueno. El extraño final de la cuarta temporada, con Don comprometiéndose con su secretaria tampoco. Finalmente los temores quedan fuera pues el inicio de la quinta temporada es muy prometedor. Me ha gustado mucho. Todo sigue donde se dejó, como era de suponer. La empresa, que económicamente sigue un tanto resentida, intenta seguir adelante sin intentar meter la pata ante los clientes, vamos conociendo un poco más y mejor a la nueva señora Draper y vemos como las rivalidades entre algunos socios en Sterling Cooper Draper Pryce van en aumento.
En Hollywood, uno de los temas recurrentes siempre ha sido la crisis de los 40. Parece como si la gente fuera feliz con 30 y pico años, 2 o 3 hijos, pagando una hipoteca del carajo, matándose a trabajar y que toda esa felicidad se va a la mierda justo el día en que se cumple los 40 entrando en una depresión de aúpa. Siempre me ha gustado eso, como si realmente se viera esa edad como el auténtico paso a la madurez, como si a los 30 aún tuvieras ciertos comportamientos de adolescente que se esfuman al cumplir los 40. Aunque en mi opinión, cuanto más vieja es una persona, más infantil es. Pero todo esto normalmente lo vemos más retratado en algunas sitcoms. El caso es que Don cumple 40 años. Y tan poco amigo de las sorpresas que es él, su nueva chica va y le prepara una fiesta sorpresa. Y no será la única que tendrá en el capítulo.
Don tiene su agenda vacía. Puede reunirse con el pesado de Campbell en cualquier momento pese a sus pocas ganas de verle, tiene que ver como uno de sus subordinados le regala un bastón como si tuviera 60 o 70 años, aguanta las mofas de Roger en la oficina sobre el peculiar número musical de su nueva señora, también ve como Peggy le hace un desprecio, en plena fiesta, y le echa en cara lo de la presentación del cliente que él no ha defendido y Megan, su nueva mujer, en no pocos momentos parece tratarle más como a un viejo verde. Y eso que Megan parece saberlo todo de Don, pues hay un momento del capítulo en que lo llama por su nombre real, Dick Whitman.
Dejemos de lado a Don ahora. En este capítulo, Campbell ha brillado con luz propia. Especialmente destacable ha sido su reacción al ver a Peggy con el bebé de Joan. Todos sabemos que Campbell es uno de los que más aportan a la empresa, puede caer mejor o peor pero es de los que mejor tratan a los clientes. Y Roger, de quien dependía la empresa casi al completo al ser el responsable de Lucky Strike hasta que lo perdió la temporada pasada, ha perdido peso. Pero no le conviene esa pelea. Aunque ambos sean socios, Campbell no tiene ni su apellido en el nombre de la empresa mientras que el de Roger sí está y, encima, en primer lugar. Ese Sterling pesa mucho. Pero Roger sabe que, aunque en algunos momentos pueda tratar a Pete como a un crío, no le conviene tenerlo enfadado. Él no cede a la hora de darle su despacho y hace que Harry se lo dé. Enorme escena ésta con Harry pidiéndole que le dé las gracias Roger a él por esto y Roger lo despacha con un «Esto es una transacción. Y si no te gusta, podemos tener la conversación que creías que teníamos». Genial.
A Pete lo hemos visto varias veces en el tren volviendo a su casa a una hora más tarde. Será que su mujer y su hijo le agobian. Y claro, su secretaria y su propia nariz lo pagan. Peggy tiene que tratar con Megan en la empresa sin intentar meter la pata mientras tiene que ver como sus clientes no quieren arriesgarse y prefieren ir a lo seguro. Se podría establecer un paralelismo de esto con la confrontación actual entre los rancios y los gafapastas... en fin, vamos a dejarlo. Mientras que Harry sí que mete la pata con Megan y tiene que rezar para que Don no se entere. También tenemos a los negros, que tienen que aguantar un par de perrerías que parece que finalmente se verán recompensadas en forma de un trabajo de secretaria para una de ellas.
Lane mientras se va preocupando del futuro de la empresa, de cómo va económicamente, se encuentra una cartera en un taxi y queda prendado de una chica que ve en una fotografía y que ilusionado espera que vaya a recoger la cartera. Se percibe su decepción cuando un maromo la recoge. Ya quería él un rato de juerga y le han jodido el invento. Siempre tiene la fotografía para esos momentos solitarios en la oficina. Joan, con ayuda de su madre a la que no duda en rajar siempre que puede, cuida de su bebé. Y lo pasa mal cuando ve un anuncio en forma de broma que ella desconoce. Todo se soluciona y la serie nos deja una escena para el recuerdo. Todos pasándose al bebé de Joan y esa imagen de Roger sujetando al bebé frente a su cara con el cigarro encendido en su boca. Nada de mojigaterías con esta escena, esto son los años 60 y ese momento es genial.
Por terminar, también cabe destacar la ausencia de Betty en este capítulo. Puede deberse a que January Jones ha estado centrada en hacer cine o en tener un hijo y ser madre soltera en su vida real pero me parece bien que la serie, de momento, la deje de lado. No tuvo demasiado interés ella en la tercera temporada. De hecho, se vio eclipsada por su propia hija en ficción, que ya veremos como evoluciona el personaje de Sally en esta cuarta temporada. Sea como sea, Mad Men deja de lado todo y ha vuelto con un capítulo de hora y media extraordinario. Y Zou Bisou Bisou, entre otras cosas pero brillando con luz propia, estará en mi recuerdo durante mucho tiempo.
A Pete lo hemos visto varias veces en el tren volviendo a su casa a una hora más tarde. Será que su mujer y su hijo le agobian. Y claro, su secretaria y su propia nariz lo pagan. Peggy tiene que tratar con Megan en la empresa sin intentar meter la pata mientras tiene que ver como sus clientes no quieren arriesgarse y prefieren ir a lo seguro. Se podría establecer un paralelismo de esto con la confrontación actual entre los rancios y los gafapastas... en fin, vamos a dejarlo. Mientras que Harry sí que mete la pata con Megan y tiene que rezar para que Don no se entere. También tenemos a los negros, que tienen que aguantar un par de perrerías que parece que finalmente se verán recompensadas en forma de un trabajo de secretaria para una de ellas.
Lane mientras se va preocupando del futuro de la empresa, de cómo va económicamente, se encuentra una cartera en un taxi y queda prendado de una chica que ve en una fotografía y que ilusionado espera que vaya a recoger la cartera. Se percibe su decepción cuando un maromo la recoge. Ya quería él un rato de juerga y le han jodido el invento. Siempre tiene la fotografía para esos momentos solitarios en la oficina. Joan, con ayuda de su madre a la que no duda en rajar siempre que puede, cuida de su bebé. Y lo pasa mal cuando ve un anuncio en forma de broma que ella desconoce. Todo se soluciona y la serie nos deja una escena para el recuerdo. Todos pasándose al bebé de Joan y esa imagen de Roger sujetando al bebé frente a su cara con el cigarro encendido en su boca. Nada de mojigaterías con esta escena, esto son los años 60 y ese momento es genial.
Por terminar, también cabe destacar la ausencia de Betty en este capítulo. Puede deberse a que January Jones ha estado centrada en hacer cine o en tener un hijo y ser madre soltera en su vida real pero me parece bien que la serie, de momento, la deje de lado. No tuvo demasiado interés ella en la tercera temporada. De hecho, se vio eclipsada por su propia hija en ficción, que ya veremos como evoluciona el personaje de Sally en esta cuarta temporada. Sea como sea, Mad Men deja de lado todo y ha vuelto con un capítulo de hora y media extraordinario. Y Zou Bisou Bisou, entre otras cosas pero brillando con luz propia, estará en mi recuerdo durante mucho tiempo.
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