sábado, 25 de julio de 2009

Harry Potter y el misterio del príncipe (con spoilers)

La última entrega del famoso mago viene a confirmar que la saga no está en su mejor momento. Desde que Cuarón cogiera la saga para dirigir la tercera entrega y hacer un excelente y oscuro trabajo, Mike Newell cumplió con la cuarta pero después las riendas las cogió David Yates que, tanto con la quinta como con la sexta, no ha estado a la altura de lo que se esperaba. Harry Potter la juzgo como película, no como adaptación -tampoco puedo puesto que no me he leído los libros-, y esta última entrega no tiene el nivel suficiente para considerarla una buena película, lo cual es una pena pues mientras veo esta parte tengo la sensación de que tiene cosas que podrían haber dado juego si se hubieran tratado con un poco de tacto, cosa que no se hace.




El nuevo profesor que interpreta Jim Broadbent se me hace pesado. Ni me interesan sus secretos, ni me interesan sus cenas, ni sus clases, ni sus charlas con Harry Potter. No veo nada interesante en él. Tampoco en que gasten unos cuantos minutos con el Quidditch para nada, puro relleno. Nada que ver con las excelenas escenas de Quidditch de la primera y de la tercera entrega. Ni en los escarceos amorosos tan mal tratados como de costumbre en la saga. La relación entre Harry Potter y la hermana de Ron y la de Ron y la de Hermione dan más angustia que otra cosa. En especial, esa relación entre los dos amigos de Harry Potter que se supone que da pie a algunos momentos de "humor" de la película llega a agobiar bastante. Que sean personajes que estén creciendo y estén en esa etapa de adolescencia no significa que lo tengan que tratar de manera tan infantil y absurda.
Tampoco es que la trama de Draco esté bien tratada más allá de su final, le vemos dando un par de vueltas para meter un par de cosas en el armario y en el duelo con Harry Potter. Se podría haber ahondado más en esto, en esas dudas que tiene Harry sobre él, que lo investigara un poquito. Ni el tema del libro del príncipe mestizo, del que se olvidan para dar una solución facilona cuando Snape desvela al final que él es el príncipe. Ni de la trama del pasado de Voldemort, de cuando era niño, de ese paso de un niño algo perdido al tipo al que todos temen en la escuela, de la que espero que se ahonde más en la siguiente película pues puede dar para mucho y puede resultar interesante. No sé cuanta culpa de esto tienen David Yates, J.K. Rowling o Steve Kloves, tampoco me importa.




Donde si veo buenas cosas es en su final, en el último tramo de la película. Aunque la visita a la cueva recuerde a "El señor de los anillos", aunque el Dumbledore de Michael Gambon parece más que nunca Gandalf y salgan muchos Gollums del agua. La escena final en la torre en la que muere el director a manos de Snape tiene intensidad, pese a la excesiva Helena Bonham Carter bien paliada por la sobriedad y presencia del siempre grande Alan Rickman, que pide mucho más metraje a gritos. Es el único momento donde el director justifica su fichaje por la saga. La pena es que un momento solo en dos horas y media de metraje es insuficiente. También se nota un poco la mano en la interpretación de Radcliffe, la han cuidado un poco más, y mientras que en anteriores entregas me parecía insuficiente para llevar el peso de la historia, en esta al menos lo tolero. Y también tiene la fortuna de compartir mucho metraje con Michael Gambon, que es de lo mejorcito de la película junto con Rickman.




Habrá que esperar a la adaptación del último libro dividida en dos partes. Ya no tienen la excusa de que esa parte será de transición. Llevan las dos que ha dirigido David Yates de transición. Que lo sean o no, no significa que el relleno tenga que estar tan estirado y que sea tan poco interesante como ha pasado con las últimas entregas, más allá de un par de muertes de personajes cercanos a Harry Potter para darle algo de relevancia a la historia.


domingo, 19 de julio de 2009

Vuelve la ilusión

No voy a hablar de los innecesarios fichajes multimillonarios de Florentino, ni de la rabieta de Laporta para echar a uno de los mejores delanteros del mundo y encima pagar 45 millones más con la excusa de los problemas del vestuario para fichar a un jugador que no las lia pardas, que va, tampoco de la vuelta del supercrack de clase mundial José Antonio Reyes al Atlético, ni del nuevo esclavo del Sevilla en el medio campo, Zokora. Tampoco hace falta hablar del ilusionante proyecto del Espanyol con Raúl Tamudo, siga o no siga, dejando de ser capitán y con el japonés ilusionando para alcanzar las metas más altas. Por supuesto voy a hablar del Albacete, carismático equipo que se caracteriza por no llenar ni la mitad del Carlos Belmonte en cada partido gracias a un equipo que aburriría hasta al Deportivo de Lotina.




Tras una campaña decepcionante, saldada con una primera vuelta correcta y con una segunda vuelta en la que el equipo merecía bajar a segunda B pero con la fortuna que los cuatro equipos de abajo dieron mucha pena, el Albacete ha comenzado el año de manera transgresora, gracias al genial anuncio de abonos, e incluso fichando a jugadores en propiedad, nada de que vengan 20 jugadores cedidos y hacer equipos diferentes de un año a otro. Para ello hemos puesto al gran Pepe Murcia de mister (se admiten apuestas, ¿acabará el técnico la temporada completa en el banquillo? yo apuesto por un tremendo NO), técnico que destacó el año pasado en el Celta con su manera de hundir la moral a los jugadores y aún así quedar por encima de las geniales e incomprensibles tácticas de Eusebio, el mister que le sustituiría y que estuvo a punto de liarla en Vigo.




A nivel de jugadores tampoco el equipo se queda atrás. Si el año pasado tuvimos a Diego Costa, tomándose las vacaciones de verano antes de acabar la temporada, siendo el terror de las nenas gracias a la táctica del equipo de denle un balón a Diego y vosotros quedaros por detrás del medio campo, a Iker Begoña siendo el máximo asistente de gol a los rivales, a Jonathan haciendo palomitas con disparos que iban a las manos, a Jaime que está peleando duro por llevarse el mote de "efectos especiales" que Andrés Montes le puso a Petrov y por supuesto tuvimos a Marco Navas demostrando que nada tiene que envidiar a su hermano. Lo más destacado del equipo fue el canterano Kitoko y Diego Mainz, que ya se ha largado, pero este año la cosa no queda para atrás y el equipo está apostando por la experiencia.




Comenzando con Fernando Sales, jugador que durante bastantes años se ha caracterizado por no hacer absolutamente nada, pasando por Antonio López, que tiene pinta de que le gusta mucho las fiestas. Respecto a López Ramos y a Amontegui no diré nada, uno dio el callo en Las Palmas y del otro pocas cosas sé. Pero el fichaje que sí que me ha gustado es el de Vivar Dorado, quizá le queden pocos años, pero es un jugador que posee mucha clase y que puede hacer muy buenas cosas en este equipo. Un gran jugador. El galáctico que el equipo necesitaba. Ahora solo falta apuntalar el equipo con un par de treintañeros más y que vengan 5 o 6 cedidos, que no hay que traicionar el estilo con el que este equipo se ha forjado.



Promete mucho este año.

PD: Fichado Manuel Blanco. Defensa que el año pasado jugó en el Alicante. Como diría Schuster: "No hase falta desir nada más".

sábado, 11 de julio de 2009

Passengers, Asuntos privados en lugares públicos y Asalto al tren Pelham 1 2 3

Passengers:

Pese a los malos comentarios leídos sobre "Passengers" de Rodrigo García, uno esperaba más de su última película, pero, en todo momento, da la sensación que no era la película adecuada para este director y pese a contar con un ajustado reparto, los personajes que a estos actores les tocan interpretar no están a la altura ni tampoco están bien desarrollados. Pero ni siquiera la historia está a la altura, el romanticismo que debería existir entre Anne Hathaway y Patrick Wilson no se ve por ningún lado, hay mucho relleno en algo menos de hora y media con personajes secundarios innecesarios, la trama es, en todo momento, torpe, ni logra que nos preocupemos por la psicóloga ni por los pacientes que esta debe tratar. Tampoco funciona su componente más fantástico, que finalmente, García utiliza para dar una explicación a todo pero que está tan mal tratado que poco importa el motivo.




Asuntos privados en lugares públicos:

Una de las últimas películas de uno de los maestros del cine francés, Alain Resnais, en la cual el veterano director nos sumerge en la historia de varios personajes mezclando drama y comedia con bastante habilidad. A medida que avanza, el director nos va sumergiendo en las tristes vidas de todos los personajes, un matrimonio casi roto formado por un tipo que acaba de quedarse parado y una mujer cansada de éste que están buscando piso, el veterano inmobiliario que está intentando venderles algo, que tiene una hermana muy joven que sale todas las noches y que está buscando un hombre en su vida, enamorado de su compañera de trabajo, una mujer católica que cuida a un anciano y a quien le gusta mucho las cintas de video y grabar "peculiares programas" con ella de protagonista especial. A lo largo de la cinta, donde Resnais va desarrollando la trama de todos estos personajes, uno no puede más que sentirse identificado ante el patetismo que irradian y ante esas maneras de hacer las cosas. Es una obra que está tratada con una impresionante naturalidad. No es ninguna obra maestra, pero sí una película muy interesante.




Asalto al tren Pelham 1 2 3:

La última película hasta el momento de Tony Scott, una nueva colaboración con Denzel Washington, es una película en la que el director nos ofrece una cinta convencional, un remake de una película de Walter Matthau, pero no de Jack Lemmon, en la cual, el director nos cuenta la historia del secuestro de un tren por parte de unos tipos que piden una cantidad determinada de dinero dentro de un plazo de tiempo. Y ves a un Tony Scott sin demasiados excesos, por momentos incluso, sin demasiado interés en su propia película. Todo es tan frío, a ratos tan soso, que saca al espectador de la película en determinados momentos. Ni siquiera sus actores se esfuerzan demasiado en componer sus personajes, interpretan a medio gas. Lo que acaba resultando un entretenimiento más por la trama que cuenta que por otro tipo de cosa, podría haberse convertido en un entretenimiento digno si se hubieran hecho las cosas de otra manera, o en algo demencialmente entrañable si a Tony Scott le hubiera dado por sus habituales excesos. Otra vez será.


sábado, 4 de julio de 2009

Tetro

"Tetro" es una película que, tras verla, te deja sensaciones muy extrañas. Tanto para bien como para mal. La última aventura de Coppola, la primera que se estrena en los cines tras la larga ausencia que se marcó tras dirigir su cine a productos de encargo ("Jack", "Legítima defensa") y después de que "Youth without youth" no haya llegado ni en dvd, es una película que vuelve a retratar lo que Coppola ya hizo con anterioridad. Y "Tetro" tampoco se aleja tanto del cine que el realizador dirigió en cuanto a temas e incluso, en ocasiones, en la forma de hacerlo, pero ha pasado mucho tiempo, el director en esta ocasión ha gozado de toda la libertad que ha querido y eso en la película se nota.




"Tetro" peca de grandilocuencia en muchas ocasiones, peca de lo irregular de su ritmo narrativo, decae hacía mitad hasta el final para ofrecernos algo muy bizarro, como una especie de parodia de su propio cine que se acaba perdiendo entre rollos familiares y accidentes de coche. Trabaja bien los personajes principales, que también están bastante bien interpretados por Vincent Gallo, Maribel Verdú y Alden Ehrenreich y aunque la obra tienda al exceso en no pocas ocasiones, da la sensación de que has visto algo distinto y dirigida con fuerza.

Aunque no sea la mejor obra de Francis, siempre es un placer verlo trabajar de nuevo, ver su universo retratado de nuevo en pantalla, ver a sus personajes llorar, sufrir, reconcomerse por dentro. Si en su nuevo camino, Francis quiere ofrecernos un tipo de cine más personal bienvenido sea. Al menos se dejará de productos de encargo. Y prefiero este tipo de grandilocuencia al excesivo y empalagoso romanticismo de la fallida "Drácula de Bram Stoker".