sábado, 30 de junio de 2012

Blancanieves y la leyenda del cazador



Hay poco que decir sobre la Blancanieves y la leyenda del cazador. En comparación con la otra adaptación del cuento de los hermanos Grimm realizada también este año, ésta es mucho más oscura, adulta y seria -eso no significa que sea mejor- ya que Mirror, Mirror daba más rienda suelta al humor, regalando momentos tanto simpáticos como otros que daban algo de vergüenza ajena. Creo que lo que más se ajusta a Blancanieves y la leyenda del cazador es que es una película regular, no tiene nada bueno ni que la haga especial pero tampoco nada que sea excesivamente malo. Pero eso es un problema pues vi la película con cierta indiferencia y no logré emocionarme ni siquiera entretenerme con lo que veía.


La película supone el debut como director de largometrajes de Rupert Sanders, que ha contado con un presupuesto cómodo y con algunas de las actrices más conocidas en la actualidad, lo que siempre supone algo positivo de cara a la taquilla. Más bien su trabajo parece un refrito de muchas cosas con las que ya ha sido comparada su película. A mí más bien me parece que lleva al mundo del cuento ese estilo que ha ido cultivando Ridley Scott en sus películas épicas -Gladiator, El reino de los cielos, Robin Hood-. Y si las películas de Scott no me hacen especial gracia, la de este director debutante menos aún.


Después del prólogo para contarnos de manera breve la infancia de Blancanieves y como su malvada madrastra logra apoderarse del reino, pronto nos sumergen en la historia de la primera siendo presa en la torre y la segunda intentando mantenerse joven para siempre. Pero, claro, la primera logra escaparse y la segunda deberá encontrarla para conservar su poder y que Blancanieves no acabe con su maligno reino. Y ahí tendremos al cazador por medio, primero intentando apresar a la princesa pero más tarde ayudándola.


Un par de paisajes aprovechados, muchos personajes de los que no se saca demasiado provecho -entre ellos los 7 enanitos, en esta cinta 8 en concreto-, una épica de baratillo y no demasiado emocionante terminan por casi rematar a una película. Lo que realmente la termina de rematar es que en una película titulada Blancanieves y la leyenda del cazador, lo menos interesante sean justamente los personajes de Blancanieves y el cazador. Y siendo los protagonistas de la película, esta se resiente por esto. Ni los personajes son aprovechables y ni mucho menos los actores, una apagada Kristen Stewart, muy lejos de sus interesantes inicios, y un Chris Hemsworth poco acertado.


Quizá los personajes malvados sean lo más interesante de la película. Y son los actores como Charlize Theron los que más pueden lucirse al tener las escenas más interesantes. Pero más allá de eso, tampoco es que la actriz haga nada demasiado especial. Igual que los otros. Entre los actores, quizá lo más curioso sea el ver a actores conocidos interpretando a los enanitos -Ian McShane, Toby Jones, Ray Winstone o Bob Hoskins entre otros-. Y es una pena porque casi todos están desaprovechados. Como la película en general, que podría haber sido un producto muy entretenido y bien hecho. Aquí solo queda un par de apartados técnicos bien cuidados, un par de paisajes destacables y poco más. Pero Rupert Sanders y su guionista nunca son capaces de aprovechar la historia que todos conocemos ya demasiado bien para darle la vuelta o para aprovechar su componente fantástico.


domingo, 24 de junio de 2012

Intocable


Iba con ciertos reparos a ver Intocable. Las películas con las que era comparada, que según dicen es una mezcla de El discurso del rey y Paseando a Miss Daisy, ya me echaba un poco para atrás. No es que la película de Tom Hooper me disgustara, tiene su punto aunque tampoco me pareció ninguna maravilla pero, eso sí, Paseando a Miss Daisy me parece una película lamentable. Y dejando de lado esas posibles comparaciones, tampoco lo demás de Intocable me hacía especial gracia. Mezcla entre drama y comedia en la que un tetrapléjico y un inmigrante negro comienzan a tener una relación de amistad después que el segundo comience a trabajar para el primero. Y, para rematar, la película también está basada en hechos reales... vamos, que todo en Intocable parecía pura formula -que lo es-, un tipo de película a priori insoportable.


Tras verla, el resultado es mejor de lo esperado. No es que sea una gran película pero sí resulta un film simpático. Creo que su mayor virtud es que los directores no dejan que la parte dramática devore a la cómica. Es más bien todo lo contrario, la cómica se impone ampliamente a la dramática y yo, sinceramente, lo acabo agradeciendo. Intocable es una película bienintencionada que pese a que sus personajes formen parte de unos estereotipos muy evidentes y muy marcados y que podrían haber llevado a la película a unos terrenos mucho más dramáticos.


Porque al final lo que importa es esa relación entre los dos personajes principales y, muy especialmente, esas partes en que el inmigrante negro se desata y abre la boca más de lo que debería. Es muy probable que muchos de los gags estén en el trailer pero Intocable funciona como comedia principalmente por su personaje principal. Y es que tanto el personaje como el actor, Omar Sy, están primorosos y se imponen a todo y a todos. François Cluzet no le impone batalla como discapacitado ni tampoco los demás actores. Omar Sy hace la película suya y termina por contagiar al público. Pero uno de los problemas es precisamente ese, que más allá de él no hay demasiado.


Cada uno tiene su parte más dramática pero que están, por suerte, mucho menos desarrollada. El personaje de Omar Sy tiene a su familia, un hermano menor metido en líos y una madre que no quiere saber demasiado de él, y aún así nunca pierde la sonrisa de la boca ni las ganas de hacer cosas nuevas como ponerse a pintar alguna tontería solo para ver si es capaz de sacarse algo de dinero. El personaje de Cluzet tiene a una hija un tanto desmadrada, una mujer que falleció, una mujer con la que se cartea y que no quiere que ella le vea tal como es. Todo eso acaba quedando por detrás de la relación entre el tetrapléjico y su nuevo cuidador.


Y también tenemos las relaciones que se establecen entre ese cuidador con las demás personas que también trabajan en esa casa. Especialmente con dos mujeres de allí. Una con la que quiere acostarse siendo siempre rechazado y siendo un negado a la hora de ver si le están tomando el pelo o no, y la otra, una relación más de amistad, a la que ayuda a dar el paso para mantener una relación con otra persona que trabaja allí. La labor que realizan los codirectores, Olivier Nakache y Eric Toledano, es funcional en la dirección mientras que en el guión son capaces que la historia no se les vaya de las manos. Pero no es esa gran película que se dice. Por suerte, es mejor de lo que yo esperaba en un principio.

domingo, 17 de junio de 2012

Moonrise Kingdom


Desde que debutara en el cine, Wes Anderson siempre ha sido uno de los niños mimados dentro de la comedia americana. Y es que pese a realizar un tipo de cine muy personal, de ese que mucha gente puede llegar a odiar, el director ha logrado hacerse un hueco en la industria, reunirse para cada película con un grupo de actores que más quisiera cualquier director y que sus trabajos sean recibidos de forma muy positiva. A mí siempre me ha parecido un director irregular que es capaz de lo mejor y de lo peor, a veces ambas cosas en una misma película como en el caso de The Life Aquatic, aunque creo que es un buen director y que ha logrado crear un universo propio.



Como en todo el universo de Anderson, en Moonrise Kingdom el director nos cuenta la historia de dos chicos inadaptados. Un huérfano que vive en una casa de acogida y que es marginado en los boy-scouts y una chica asocial y deprimida y con unos golpes de locura que si andas cerca mejor que te alejes porque puedes acabar mal. Y, como viene siendo habitual en el cine del director, los personajes adultos se niegan a madurar aunque tienen ese punto melancólico -que también tienen los jóvenes- que se adecua a la perfección con ellos. Moonrise Kingdom es una obra mayor en la filmografía de Anderson, yo diría que su película más pura, la que, aún teniendo ese estilo excéntrico del director, más auténtica se siente, la que menos artificiosa y forzada resulta.


Pero es una película muy planificada, en que cada referencia y cada imagen tiene sentido. Anderson filma a la perfección y nos regala varias imágenes salidas de cuadros o fotografías, probablemente algunas de esas imágenes de algunos de los libros que vemos, perfectamente filmadas con la cámara del director que se atreve a seguir a los dos personajes adolescentes por su travesía en el bosque con un toque de inocencia que parece surgida de la misma relación de los chicos. También saca provecho de la naturaleza y de los paisajes deteniéndose en ellos cuando cree necesario. Y a diferencia de The Life Aquatic donde el mar era un protagonista pero acababa siendo devorado por las excentricidades de los personajes, esta vez Wes Anderson aprovecha cada lugar que vemos, saca lo mejor de cada sitio sobre todo de ese lugar donde los dos chicos se detienen, se besan, bailan, etc.


También guarda Anderson cierto gusto por los pequeños detalles. Desde las cosas que Suzie lleva en el viaje haciendo Sam un inventario con las tijeras para zurdos, la comida para gatos y los libros de ella entre otras cosas. Tiene algún detalle que podría haber resultado forzoso -por ejemplo el tema que la chica mire constantemente con los prismáticos aunque sea un recurso que se entienda- pero Anderson logra resolverlo con talento. La relación entre ambos es pura, con sus pequeños enfados, él recriminándole que ella diga que preferiría ser huérfana, esa inocencia que destilan en sus conversaciones e incluso bailando o con él tocando los pechos de ella. Los personajes adultos tienen un protagonismo menor pero aún así hay algunos personajes bien trazados apoyados en el trabajo de algunos de sus actores. Especialmente Edward Norton, que es un actor que lo necesitaba, y cuyo personaje se impone al resto de los adultos.


También tiene sus cameos o pequeñas apariciones divertidas como toda la muy divertida aparición de Jason Schwartzman, habitual en el cine de Anderson, o toda la escena de Harvey Keitel degradando a Edward Norton. La parte de Bruce Willis tiene su punto aunque quizá no sea tan interesante como el resto al igual que el matrimonio entre Bill Murray y Frances McDormand aunque deja una conversación en la cama -mejor dicho en las camas separadas-. Pero en este caso son los dos chicos, Jared Gilman y Kata Hayward, los que llevan el peso de la película. Y lo hacen asombrosamente bien. Sobre todo ella que tiene que aguantar muchos primeros planos de Anderson con una fuerza increíble, pareciendo una actriz madura y no una chica debutante.


En el guión, Wes Anderson colabora con Roman Coppola, habitual en su cine -junto a Noah Baumbach o los hermanos Wilson, sobre todo Owen al que en Moonrise Kingdom no vemos- y cumplen ambos con nota. Incluso esas apariciones del personaje de Bob Balaban están bien introducidas. La película es muy buena y se puede disfrutar tanto si la ves siendo joven como si lo haces siendo adulto. Creo que es de esas películas que con el tiempo incluso acaban ganando. Y la banda sonora es, también, una maravilla. Quizá no tenga algunas de las escenas de The Life Aquatic o Academia Rushmore ni una interpretación tan buena como la de Gene Hackman en Los Tenenbaums -una de las mejores interpretaciones de la década pasada- pero es una película mucho más regular y mucho más madura. Y sin dejar de lado a ese niño que Wes Anderson aún esconde dentro.

domingo, 10 de junio de 2012

Men in black 3


Después de varios años desde la segunda parte, regresa la saga Men in black sin sufrir ninguna baja importante. Porque además de la pareja protagonista que forman Will Smith y Tommy Lee Jones, también ha regresado Barry Sonnenfeld, director de las dos primeras, y los productores de Paramount y Amblin, con nuestro amiguete Steven Spielberg a la cabeza. Aunque sí que es cierto que se han querido renovar y que en este caso es el personaje de Tommy Lee Jones quien pierde protagonismo. Bueno, me equivoco, no es el personaje quien pierde protagonismo porque K es el centro de la trama pero es el actor quien si lo hace respecto a las dos anteriores.


Y es que Men in black 3 podría haber vuelto dando importancia a las situaciones extravagantes con alienígenas o director y guionista podrían haber convertido toda la película en el show particular de Will Smith haciendo gracietas sin ningún descanso pero ambos saben que el mayor atractivo de la película es esa pareja que forman J y K y prefieren darle importancia a los personajes y que no sean meros accesorios como suele pasar en este tipo de productos. Algo de lo citado anteriormente hay pero cobra gran importancia la pareja protagonista y los conocemos un poco mejor. Sobre todo conocemos del pasado de ambos personajes, de cómo uno ha acabado siendo ese viejo amargado y parco en palabras pero que termina siendo como una especie de “figura paterna” del otro agente.


Desde su comienzo con Sonnenfeld filmando la huida del villano de la cárcel lunar, el director hace gala de un sentido de humor que se integra a la perfección con la película. Y es que aunque MIB 3 no tenga la frescura que pudo tener en su momento la primera parte, si que ha logrado salir de ese gran bache que supuso la segunda parte y que hizo que la saga quedara guardada bajo llave durante varios años. La historia es sencilla pero eficaz, quizá con algún golpe de humor innecesario o con alguna cosa que se señala peroque  nunca llega a ser realmente imprescindible en la trama, como la relación entre K y O, Tommy Lee Jones y Emma Thompson en el presente, Josh Brolin y Alice Eve en el pasado, que podría haber dado bastante juego para que se comprendieran mejor ciertas cosas pero acaba siendo un tanto innecesario.


Hay algunos apuntes de los años 60 bastante conseguidos como que aún no se había conseguido la integración racial y siendo el protagonista Will Smith algún gag sobre eso tenía que haber, y también algún apunte musical pero podría haberse sacado bastante más provecho del viaje al pasado, tener muchas más referencias aparte de la machacona y un tanto facilona presencia de Andy Warhol en la película. Por otra parte, el personaje de Michael Stuhlbarg añade excentricismo a la película pero nunca uno puede llegar a entender su presencia en la película más allá de eso. Son pequeños fallos que no matan a la película pero que le hacen ser mucho menos de lo que termina siendo.


La buena química entre Will Smith y Tommy Lee Jones, aquí con el director buscando más que nunca ese contraste entre ambos, ese ying y yang que son cada uno, también se ve reflejada entre la pareja que forma el mismo Will Smith con Josh Brolin, aún siendo un accesible K aunque con indicios de lo que terminaría siendo. Quizá alguna expresión un tanto innecesaria, probablemente acentuada por el doblaje de la película, tiene su personaje. Pero MIB 3 termina por ser una película entretenida y que ofrece justo lo que uno pedía y bien servido por sus responsables.

sábado, 9 de junio de 2012

Le Havre (spoilers)


Le Havre es una película que, aunque en general ha gustado a la gente, ha pasado un tanto de puntillas durante el 2011, tanto en el festival de Cannes, donde se tuvo que conformar con un premio secundario, como en demás sitios. El estreno en España dejó a la película sin estrenarse en muchas ciudades. Quizá la etiqueta de película menor le termine por acompañar allá donde vaya. Todo esto es algo injusto porque ni mucho menos nos encontramos ante una película menor sino ante una obra mayor tanto en la filmografía de ese muy buen director que es Aki Kaurismäki como en el cine realizado en el 2011 -a día de hoy diría que es la mejor película-. Para dejarlo claro, Le Havre me parece una obra maestra. Sin paños calientes.


La película tiene el estilo habitual del director, esa aparente frialdad en el tono para contarnos una historia muy cercana. En este caso la de un hombre mayor que se gana honradamente la vida como limpiabotas en Francia. En este caso, Kaurismäki muy sabiamente decide dejarnos fuera de campo todo lo malo, lo crudo que pueda tener su obra para fijarse en el amor -como esa relación del guitarrista enfadado con su novia y su particular reencuentro-, o la amistad que se establece entre el chico negro y el protagonista. Incluso el policía, que en un principio parece que hará lo que sea para pillarlos, acaba abriendo su corazoncito y dejando que el chico se vaya.

  
Le Havre adquiere el tono de cuento. Pero de un cuento en que deja que el espectador saque sus propias conclusiones. La puesta en escena, brillante, ayuda a potenciar esto. También ayuda lo ya mencionado, el dejar de lado los aspectos más crueles. Pero no termina por endosarte una moraleja o por imponerte nada. Simplemente te cuenta una historia sobre unas personas. Pero aquí no hay buenos ni malos. Ni el policía es tan malo como se demuestra al final, ni el protagonista tan inocente y bueno como se demuestra cuando coge una plancha para intentar atizarle al policía por si terminan pillándole.


El director mezcla comedia y drama de manera brillante. Y se apoya en la puesta en escena y en la ambiente existente de esa ciudad portuaria. Y es que a uno no le importaría vivir en una ciudad como ésta. Y estar acompañado de los ciudadanos de aquí. Me imagino que, como muchos de los personajes que pueblan las películas del director finlandés, muchos acabaríamos en la barra del bar tomando unas copas. Y por suerte, tampoco decide acabar en tragedia todo lo relacionado con la mujer del protagonista que se encuentra en el hospital. Creo que hubiera sido tosco e innecesario todo lo contrario.


Esta especie de retorno del personaje principal, uno de los protagonistas de La vida de bohemia y que entonces era escritor, termina por superar al film dirigido por el mismo Aki. Las interpretaciones rayan a un nivel sobresaliente, destacando la naturalidad de los rostros que pueblan el cine del director, que siempre te los crees e incluso siempre termina por existir una identificación con el personaje. Le Havre es el inicio de una trilogía. Una trilogía sobre ciudades portuarias cuya segunda parte le llevará a España y más concretamente a Vigo. Si le sale la mitad de bien que en Le Havre ya estaremos ante una película fantástica.

domingo, 3 de junio de 2012

Lights out (El declive de Patrick Leary) - (spoilers)


Los primeros capítulos de Lights out sirven como presentación de los temas que vas a ver en los siguientes. Una presentación tanto de los personajes como de las tramas. Pero lo importante es que en los dos o tres primeros capítulos -los capítulos son de poco más de 40 minutos- ya han conseguido meter todo lo importante o, al menos, lo que es la base de la trama a lo largo de la temporada para desarrollarlo en los siguientes capítulos. Y ningún detalle es gratuito, la escena menos significativa de un capítulo puede regresar con fuerza en capítulos posteriores. En la serie nos presentan la figura de Patrick Leary, un boxeador que tuvo su momento de gloria y que ahora vive marcado por un combate que perdió y del que él mismo, y mucha gente también, se considera ganador pese al resultado final y pese a que también supuso su retirada del ring por petición de su mujer. 

Lights out -- Lily Pilblad, Catherine McCormack y Ryann Shane

Lights out es una serie que no rehúye los tópicos. Todo lo contrario, los abraza con determinación y muestra algo que ya ha visto el espectador mil veces pero sin tomarlo por tonto y consiguiendo que uno se acabe olvidando de eso. Sobre todo, la serie es un gran retrato familiar que gira en torno a la figura del boxeador. Tenemos a su mujer y a sus tres hijas por un lado y a su padre, su hermano y su hermana, su sobrino -aunque este personaje finalmente es menos importante-, por el otro lado. Patrick es un tipo que sigue viviendo del pasado, recordando los buenos tiempos en los que fue campeón de los pesos pesados, pero también asumiendo que el presente que tiene no es muy esperanzador y que necesita hacer cualquier cosa para sacar a su familia adelante después que económicamente esté, como se suele decir, pelado, sin un dólar.


En la serie resulta clave la figura del hermano, Johnny, y su relación con Patrick. Porque es un personaje que está a medias entre el tipo que realmente solo se preocupa por sí mismo y que no duda en vender a su hermano cuando él lo necesita y el tipo que, también es cierto, siempre ha estado al lado de su hermano tanto cuando le ha ido bien como cuando le va mal. Él es quien le introduce en el mundillo de la mafia pero también quien le dice que no tiene que trabajar con ellos, que buscará otra cosa para ganar dinero. Y es Patrick el que tiene la determinación de meterse de lleno. El problema de Johnny es que es un chanchullero y que le gusta el dinero -y las apuestas, para más tópicos- pero realmente tampoco se le demonifica, ni tampoco le vemos como una persona que no se preocupe por su familia. Siempre sin dejar sus intereses de lado pero siempre está ahí apoyando a su hermano. Pese al hecho que organiza la pelea que supondría su reencuentro en el ring tras 5 años retirado a las espaldas del boxeador y vende los derechos de las peleas que tendrá al tipo menos indicado.

Otros tópicos se ponen sobre el tapete: tenemos a un padre que está ahí y que muchas veces cuestiona a sus hijos pero siempre los ayuda -Stacy Keach, protagonista de otro gran retrato pugilístico con muchísimo drama como Fat City-. Tenemos a un boxeador que ha dejado atrás su vida pasada para centrarse en su familia; tenemos a unas hijas preocupadas por su padre, una porque lo vio pelear y es demasiado pequeña como para entender algunas cosas y la otra hija, la mediana que es con la que tiene una relación más profunda y se acaba convirtiendo en su confidente al enterarse de su enfermedad, mientras que la otra hija, la mayor, es una adolescente que quiere disfrutar de la vida comenzando a interesarse por los chicos y que parece no preocuparle mucho su futuro. Está el ya citado hermano.


Resulta clave la mujer de Patrick a la que el boxeador le oculta todo lo que está pasando y que se va encontrando con visitas de la policía a su casa o coches embargados, todo hasta que no le queda más remedio que contarle que están arruinados; la mafia por en medio, siempre importante en tantas películas de boxeadores (Toro salvaje, Nunca podrás vencerme y en otro ámbito -el del terrorismo del IRA- en The Boxer) que aquí los tenemos siempre detrás de cada pelea intentando llenarse los bolsillos; y la enfermedad por demencia pugilística -lo que comúnmente conocemos como “acabar sonado”- del protagonista. Vamos, que están todos y cada uno de los tópicos y todos ellos para hacer más lacrimógena la serie y para ponerle muy complicadas las cosas al protagonista. Y aún así, funciona. Porque el mérito de los creadores, guionistas y directores es que eso te termine por importar poco y te acabes sumergiendo en la historia de la familia, que el nivel de intensidad de lo que vemos supere a lo predecible y mil veces ya visto.


Porque recursos de dirección y de montaje están soberbiamente utilizados para hacer más amena la serie. Quizá, puestos a elegir, me gustaría que en algunos momentos la situación se relajara y que hubiera pequeños ramalazos de humor, quizá para otorgarle algo de tranquilidad a la trama. Aunque supongo que está complicado porque al fin y al cabo la historia te introduce en una situación límite y el protagonista está apocado a ella. Por suerte la serie siempre te presenta algún que otro personaje que entra y sale de la serie durante algunos capítulos -Ed Romeo, que entrena al protagonista siempre dejando su huella en todos los personajes con los que interactúa, el personaje de David Morse como antiguo boxeador que ha acabado sonado, como si fuera un espejo del futuro al que se mira el protagonista, o el personaje de la madre que aparece para agitar a la familia y ya de paso sacarle el dinero a Patrick-.


La serie fue un fracaso a nivel de espectadores, ya que casi nadie la vio, y se canceló pronto aunque por suerte pudieron terminar la temporada de la que consta la serie. Que es una serie que está cerrada, sí, pero que, también, tendría fácil su continuidad. Pero tampoco es algo que se ve necesario. Es muy disfrutable tal como está, el ver este regreso a la gloria del protagonista, esta segunda oportunidad que le ofrecen para boxear.

Lights out -- Lily Pilblad, Meredith Hagner, Holt McCallany, Ryann Shane y Catherine McCormack