jueves, 30 de agosto de 2012

El legado de Bourne (spoilers)




En la saga Bourne casi siempre se ha menospreciado el trabajo que realizó Doug Liman, interesante director de la primera parte que por unos proyectos posteriores algo dudosos se puso a la sombra del más frenético y mejor considerado Paul Greengrass. Pero Liman fue quien supo iniciar con muchísimo acierto la saga. Luego Greengrass se desató en ese cipotazo de El mito de Bourne, película desequilibrada, fascinante y la mejor de la saga, y ya mostró signos de agotamiento con la tercera parte donde las flipadas de turno, existentes en toda la saga, se hacían aún más evidentes y pesadas.  


El legado de Bourne no quiere evitar las comparaciones. Sobre todo con esa tercera parte. Y llega en un verano plagado de películas que intentar ser algo más que ligeros entretenimientos pero que tienen importantes fallos de guión. Esta película es otra más que se suma. Digamos que todo lo que desencadena El ultimátum de Bourne es lo menos interesante de El legado de Bourne. Podrían haber buscado otra excusa para cerrar el programa igual de válida pero al querer ligarlo con la tercera, hace que las referencias al personaje de Bourne y algunos personajes de la tercera parte aparezcan para romper el ritmo de la película. Lo único que puedo destacar es el montaje paralelo con algunas situaciones ya vividas en la anterior -el periodista muerto en la estación, una escena con la investigación de David Strathairn- y la suposición que en la más que evidente secuela se tratará todo esto mejor. Pamela Landy debe morir y debemos verlo en primer plano, of course. Así que muy desaprovechado ese Treadstone de la trilogía anterior, aquí sustituido por el programa Outcome.


Una de las cosas que más me gustaba de la trilogía anterior es que se podían ver como películas cerradas -siendo la tercera la que deja algunos temas abiertos-. La primera acaba con Bourne llegando con su novia al lugar ese tras cargarse a Chris Cooper. Podía ser una película cerrada sin secuela. La segunda, donde más se desarrolla el personaje de Bourne, se puede ver como la venganza por la muerte de su novia y final redención del personaje, pidiéndole disculpas a una chavala a la que mató a sus padres en su primera misión. Todo cerrado. Y la tercera como cierre de la trilogía con Bourne recuperando la memoria y terminando como empezó: en el mar con una bala. Eso se pierde aquí, donde todo queda más que abierto, todo la investigación del personaje de Norton a medias, otros programas sueltos por ahí que solo unos pocos conocen y de los que no se van a sacar provecho, todo el tema de los juicios también más que abiertos. En la secuela quedan muchos temas por tratar.


Aquí ya no tenemos al agente desmemoriado sino al agente con mono. El problema es que también desaprovecha el tema de los fármacos cuando podría haber sido un punto muy atractivo sobre el que partir. Sobre todo las causas por las cuales quieren tener a todos sus agentes como unos absolutos yonkis, ya sea para no alejarse demasiado del programa porque quieren sus pastis o cualquier otra cosa. Pero prefiere dejarse ahí y centrarse en esa desesperación. Casi al final de la película, en un movimiento torpe y facilón de guión, la peli prefiere tirar del hilo de además de esas dos hay otros programas con gente así. 


Así que sale otro tipo más para perseguir al final a los dos -primero por los tejados, luego en moto, también todo recordando a la tercera parte donde ambas cosas también se veían-. Todo muy innecesario porque además ese tercer programa supuestamente es sin imperfecciones y luego no es para tanto. Sobre todo teniendo en cuenta que solo los está persiguiendo y más tarde, con Renner medio desmayado en la moto -que va a toda leche- es Weisz, bastante indefensa durante toda la película, quien le saca las castañas del fuego y le da cera al tío. Aunque ese momento con Renner, recién inoculado el virus y herido por un balazo, durmiéndose en la moto me ha encantado, es un toque gracioso que me ha conquistado.


Todo sigue el esquema de la repetición. Solo que los personajes son aún más arquetípicos que de costumbre y no terminas por ver algo más del simple boceto en muchos de ellos. No todo es malo, ojo. A su favor tiene que el personaje de Renner, siendo mucho menos interesante que el de la trilogía anterior, el actor lo saca adelante. Renner es, probablemente, el actor actual más válido en el terreno de la acción -dejando atrás a los mercenarios-. El comienzo es muy interesante. Ese Stacy Keach que se acerca a un Edward Norton corriendo mientras llueve es una escena genial. Y un par de escenas igual de interesantes que esa en su comienzo. También otro par donde manejan la tensión con el pulso habitual de la saga. Quizá Gilroy no llegue al nivel de lo anterior, pero como director se muestra más lúcido que como guionista, al menos en esta película. Y toda la movida del aeropuerto es muy atractiva. Lástima que la parte final de la película en Manila sea un poco desastre.


domingo, 19 de agosto de 2012

Brave (spoilers)


  
Brave ya está siendo considerada como una de las películas menores de Pixar. Dejando de lado la saga Cars, normalmente son Bichos y Toy Story 2 las películas consideradas menores de la compañía. Es decir, dos películas muy disfrutables. Por lo que se relajen y realicen una película con un calado emocional menor, potenciando el número de gags y demás cosas no termina por molestarme. Tampoco el hecho que la compañía se acerque con esta película a los clásicos de Disney porque mientras se acercan a ellos también se están acercando a ese clásico moderno llamado Hayao Miyazaki -director muy valorado que debería serlo aún más-. Bebe de ambos y Brave se enriquece.

  
Brave nos cuenta la historia de la princesa Mérida y de cómo quiere ser libre y hacer lo que ella quiera. El problema es que al ser princesa debe cumplir ciertos requisitos y su madre se los quiere imponer a la fuerza aunque su hija no quiera. Sobre todo un matrimonio de conveniencia. Y la relación madre-hija termina por ser el eje sobre el que gira toda la película, la que lo termina dinamitando todo. Y es que los personajes masculinos están más para aligerar la trama y hacerla más llevadera pero son ellas las que llevan el peso total del argumento.


En ese sentido, como ya he mencionado nos encontramos con varios ecos del cine de Miyazaki, que es uno de los directores que más, durante toda su filmografía, ha reivindicado el papel de las mujeres en sus películas. Incluso en películas que no estaban protagonizadas por ellas, como es el caso de Porco Rosso con esas ancianas y esa niña que ayudan a Porco con su avioneta. Pero no son los únicos ecos a Miyazaki. Algo de la fantasía habitual del director como esos fuegos que se deben seguir, una hija que tiene que volver a convertir a su madre, después de convertirla en oso, en la que era -El viaje de Chihiro, donde los padres eran convertidos en cerdos- y la naturaleza, esos bosques que cobran gran importancia. Por supuesto también los hay a Disney, ya sea en forma de algunas canciones o en algunos personajes secundarios.


Brenda Chapman, que fue despedida a mitad de rodaje, es el auténtica alma de la película. Se siente que en la película hay mucho de personal, de las propias experiencias de la guionista con su hija. O al menos eso es lo que ella menciona. Y quizá no tenga el calado emocional de las anteriores películas de la compañía pero creo que en esa relación madre-hija algunos podrán emocionarse o sentirse identificados. No con tanta fuerza como el famoso discurso final de Ratatouille o esos juguetes abandonados que desean volver a casa en Toy Story 3, pero sí el calado de unos lazos familiares que de alguna manera han sido rotos y que entre las dos mujeres deben volver a coser.


A nivel técnico nos volvemos a encontrar con el excelente trabajo de los animadores de Pixar. Todo está a un nivel tan alto que es una gozada ver a cada personaje moverse, cada gesto, cada pequeño detalle. Todo resulta fluido y Pixar se deleita con algunas secuencias e imágenes, sobre todo en esos bosques por los que Mérida pasea. Y también saca provecho de esa peculiar casa de la bruja y sus hechizos. Gracias a dios, para Pixar lo visual no es lo más importante pero nunca han descuidado este aspecto en sus películas y no hay más que ver sus películas para comprobarlo. Desde la primera hasta la última.


El resultado final es que Brave me ha gustado bastante. Y que más que una película menor, la veo como una obra que aunque no esté a la altura de sus grandes películas, es una gozada. Respecto a su supuesto feminismo, la cosa no va a más que algún pequeño detalle y puede disfrutarse por todos los espectadores. También creo que aunque tengan gags quizá más infantiles también hay ciertos detalles que consiguen que sea una película disfrutable para el público de cualquier edad.


Junto a la película nos pusieron dos cortos. Uno de Tadeo Jones sobre una mano del que no voy a hablar mientras que el otro es La luna, para muchos una nueva joya de unos pocos minutos de la compañía. Yo debo reconocer que aunque me parezca digno y bueno, no llegó a entusiasmarme. Tiene las características de la compañía, una animación a un nivel sobresaliente y la fuerza de la nostalgia para intentar lograr un corto hermoso. Pero no terminó de llegarme del todo. Aunque me entretuvo.


domingo, 12 de agosto de 2012

Hatfields & McCoys (spoilers)


Película para TV, de algo más de 4 horas y media, dirigida por Kevin Reynolds. Este trabajo supone el reencuentro del director con Kevin Costner tras el sonoro fracaso de Waterworld, película que me parece muy disfrutable. Anteriormente a Waterworld habían trabajado juntos en Robin Hood, príncipe de los ladrones y en ¿Dónde dices que vas?. No es ningún secreto que Kevin Costner ha sido junto con Clint Eastwood, con quien trabajó en la soberbia road-movie dramática con algunos ecos de western Un mundo perfecto, uno de los que intentaron hacer resurgir el western en los últimos años ya fuera dirigiendo -Bailando con lobos y Open Range- o actuando en ellos -Silverado y Wyatt Earp, ambas de Kasdan-. Desde luego a Costner le viene bien esta película para volver a la primera liga, esa que ocupó a finales de los 80-principios de los 90 con películas como algunas de las ya citadas, Campo de sueños, Los intocables de Eliot Ness, Revenge o esa obra maestra que es JFK.


En esta miniserie, Reynolds nos cuenta la historia real de ambas familias y de cómo después que los patriarcas, Randall McCoy y Anderson Hatfield (Bill Paxton y Kevin Costner), estuvieran juntos en la guerra y que uno de ellos le salve la vida al otro, en su regreso a su hogar poco a poco surgen las rencillas entre ellos. Y conforme esa rencilla no se soluciona, la cosa termina yendo a más hasta que se convierte directamente en una guerra entre ellos y en como cada uno van perdiendo, normalmente en tiroteos, a miembros de su familia por un simple odio que entre todos ellos se encargan de avivar y en el que no van a perdonar a nadie, ni a las personas más inocentes de la otra familia ni a posibles traidores dentro de su propia familia.


Reynolds se siente mejor dirigiendo en la tormenta que en la calma. Se le nota que es un director más de acción. Eso no quiere decir que no tenga momentos buenos dentro lo de segundo. Pero se le ve más cómodo cuando le toca narrar el odio entre las dos familias y como la cosa va a más que cuando tiene que pararse en la trama romántica entre el hijo de Hatfield y la hija de McCoy y, posteriormente, entre ese mismo Hatfield, con mucha facilidad para enamorarse, y una de las primas de los McCoy. Pero también tenemos momentos de calma muy tensa, como esa escena en la que Costner piensa en cargarse a su hijo mientras están pescando después que haya tenido la lengua muy larga. Llega a recordar un tanto a la escena de Fredo en El padrino II. No sabes en ningún momento si el patriarca de los Hatfield tendrá el valor o no para terminar matando a su propio hijo.

  
Hatfields & McCoys ha sido definida como una serie en la que no hay héroes o villanos. Simplemente hay gente que es un poco más violenta y cabrona que otros. Los dos grandes ejemplos son Jim Vance y Bad Frank Phillips. El resto de personajes tienen ese punto de ser personas que pueden demostrar su humanidad en cualquier momento pero que a los dos segundos te pueden pegar un balazo por la espalda. Es el caso de Nancy McCoy, que en un momento parece estar al margen de toda esa violencia y más tarde termina por ser una de las que más difunden ese odio hacia los Hatfield. También se quiere remarcar el carácter religioso del patriarca de los McCoy y como contrasta eso con su manera de actuar. A su lado tiene a su esposa que permanece a su lado pese a ver como sus hijos van muriendo poco a poco.


Y Kevin Costner y Bill Paxton aprovechan los regalos que les ofrecen. Sobre todo Costner. Pero no son los únicos. Ese actor minusvalorado que es Tom Berenger está absolutamente espléndido en la piel de Jim Vance. Igual que Andrew Howard o Noel Fisher, el último en un personaje en el que era fácil caer en lo vulgar. Quizá Matt Barr no llegue a apasionarme y de Powers Boothe, aunque cumpla, espero más. En cuanto a personajes femeninos, hay algunos personajes bien trabajados. Las esposas de los dos mandamases, interpretadas por Sarah Parish y Mare Winningham, están muy bien. Como también cumplen Jena Malone, sobre todo cuando saca su lado más perverso, y Lindsay Pulsipher, pese a protagonizar algunos de los momentos más endebles de la película.


Es una película para verla y disfrutar. Y cada vez que sale un western actual que resulta recomendable me gusta alabarlo y recordar que es una pena que se trabaje tan poco en él. Pero de vez en cuando se hacen películas que merecen mucho la pena. Es bonito que aunque solo sea una película al año o pocas más se hagan películas o miniseries como Broken Trail, True Grit, Meek’s Cutoff, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford o Rango. No son muchas pero todas ellas merecen la pena y además no son películas que sean muy parecidas, cada una es estupenda en su estilo. Y, por supuesto, encima de todas ellas está la proverbial Deadwood, serie imprescindible que es ya un clásico moderno.


Prometheus


Había mucha expectación con Prometheus y de momento está dividiendo a la gente. Por mi parte, tenía ganas de volver al universo de Alien y el trailer me gustó pero bajé mis expectativas ante el recibimiento general de la película y sobre todo ante el hecho que la película viene dirigida por Ridley Scott. Por mucho que dirigiera dos cimas de la ciencia-ficción -Alien y Blade Runner-, Ridley Scott lleva ya mucho tiempo a un nivel bajo, siendo Los impostores la película suya que más me gusta desde esos dos clásicos. Pero soy un gran seguidor de la saga Alien, de las tres secuelas que se dirigieron -dejando de lado los dos cruces con el Predator- y Prometheus me ha gustado dentro de lo que cabe.


Pero, eso sí, tomándome la película como un gran blockbuster de verano y no como algo más. Si hubiera sido más exigente no la hubiera disfrutado tanto, me habría llevado a la decepción -comprendo la decepción que está causando la película-. Así que he dejado de lado todas las movidas que Ridley Scott se ha montado en ruedas de prensa intentando que su película sea más de lo que es y simplemente disfrutarlo como ese espectáculo visual con grandes momentos de tensión que es. Clarísima precuela de Alien, por mucho que durante mucho tiempo hayan querido negarlo, Prometheus pronto nos sumerge en ese viaje a otro planeta para encontrar el origen del ser humano, de donde procedemos. Y pese a todo eso, no deja el trasfondo religioso atrás, de hecho desde referencias muy explicitas hasta algunas más implícitas se pasean por la película.


Resulta curioso que en una película donde sus personajes buscan el origen de la vida del ser humano, el personaje más desarrollado e interesante sea el de un robot -llamado David Lean e interpretado por Michael Fassbender-. Es del que más conocemos, del que incluso llegamos a entender sus motivaciones -la referencia a Lawrence de Arabia quizá es demasiado obvia aunque tenga sentido- e incluso se le puede ver cierta obsesión con el ser humano -que mire en los recuerdos del personaje Rapace, cierto recelo en algunos detalles cuando por ejemplo le dice al otro científico que sería malgastar una botella si él bebiera o cuando le quita la cruz a ella-. Pero él termina por ser el causante de todo o al menos el que le da inicio a todo. Un pequeño paso para conseguir algo grande.


Es cierto que a algunos personajes de la película les falta desarrollo o incluso no son muy interesantes. También que un actor como Idris Elba saca su personaje, algo pobre, adelante a base de carisma y presencia en pantalla. Un Guy Pearce irreconocible por el maquillaje para hacer de anciano, hace lo que puede aunque su personaje requeriría más presencia porque no se llega a entender del todo su presencia en la nave. Pero hay otros personajes demasiados marcados. Es el caso de la tripulación que acompaña a Elba o de una Charlize Theron que, más allá de una escena en la que se suelta y tontea con el mismo Idris Elba, no termina por sentirse a gusto con su personaje que termina viéndose como si fuera una de las malas -y Charlize parece que para hacer este tipo de papel debe poner cara de asco toda la película- y cuyo destino está escrito desde el principio.


El mayor protagonismo lo tienen, dejando a Fassbender de lado, la pareja que interpretan Noomi Rapace y, en menor medida, Logan Marshall-Green. De ella conocemos detalles de su vida, sus creencias, su esterilidad, un recuerdo con su padre y el motivo por el cual acomete este viaje. Y a medida que avanza la película, vemos que cuando puede flaquear saca fuerzas de donde sea para sobrevivir. De él sabemos algo menos, acompaña en la investigación y también en la cama al personaje de Noomi pero termina siendo determinante en la manipulación a la que le lleva David después de cierta frustración que acaba solucionando con unos cuantos tragos. Su conversión me parece interesante.


Ridley Scott crea un gran espectáculo visual. Muchos le pueden achacar que haya dejado atrás la artesanía con la que realizó Alien a cambio de los ordenadores y la nueva tecnología. Pero el 3D se integra a la perfección sin resultar molesto, acompañando a la trama, y el director británico consigue varias escenas de mucha tensión. Entre ellas la de la operación de Noomi, varios minutos en los que el director demuestra que aún puede tener el pulso de antaño, o la de la tormenta de arena. También alguna otra donde puede pasar cualquier cosa y el director mantiene en espera sabiamente. Pero también cae en lo fácil en otras escenas, en querer mostrar más que sugerir, que no me parece mal el mostrar si se hace bien, en determinadas ocasiones.


Ciertos agujeros de guión relativos a los Space Jockeys no terminan por matar a una película que se sustenta en su puesta en escena, en su tensión en determinados momentos, en el hecho de coger algunos detalles de la saga e integrarlos correctamente. Si se le perdonan sus fallos, sobre todo narrativos, Prometheus es una película veraniega en toda regla con la que pasar un gran rato. Y si nos ponemos a comparar con anteriores, está claro que Prometheus no es la primera Alien pero desde luego tampoco es Alien VS Predator. Está a la altura de las otras secuelas de Alien -quizá un escalón por debajo de la de Cameron, pero por encima de la de Fincher- pero eso es lo de menos. Hay que olvidar de, en cada escena, en cada minuto de la película, el ir comparando Prometheus con el trabajo que el mismo Ridley Scott hizo 34 años antes. No le hace ningún bien.


domingo, 5 de agosto de 2012

Luck


Hay series que cuando ves el piloto siempre esperas que vayan a más. A veces se cumple eso -en mi opinión ocurre con las grandes series de la HBO como The wire o Los Soprano- y a veces ocurre justo con lo contrario -me está pasando con The Newsroom, que esperaba que fuera a más pero está yendo a menos aunque aún está a tiempo de remontar-. Con Luck ocurre lo primero. Y con la mala suerte que justo cuando la serie está yendo a más, acaba. Y más mala suerte después que la serie fuera renovada para una segunda temporada, acabara siendo cancelada por la muerte de varios caballos durante el rodaje.


Creada por David Milch, creador de la imprescindible Deadwood, y con Michael Mann como productor y director del capítulo piloto, Luck es una serie a la que le cuesta arrancar. Quizá la serie se mantiene 5 o 6 capítulos a un nivel interesante pero cuyo material daba para mucho más y se desata en los últimos 3 capítulos que están a un nivel alto, sin acabar de llegar a lo sublime pero realmente buenos. Y es una pena. Con el equipo que hay detrás de ella, la impresión final de la serie con esta única temporada de 9 capítulos es la una serie que necesitaba más tiempo.


Quizás Luck tiene demasiados personajes. Intenta abarcar todos los tipos de personajes que te puedes encontrar por aquí: jinetes, agentes, propietarios de caballos, entrenadores, la peña que apuesta y, por supuesto, mafiosos. Así hay pequeñas cosas que nos indican como funciona estas carreras -como el mismo peso de los jinetes- y se van formando guerras que deberían haber explotado en la segunda temporada -como el cara a cara entre los personajes de Dustin Hoffman y Michael Gambon o la particular guerra que el personaje Nick Nolte mantiene por la propiedad de su caballo más exitoso-. 


Probablemente la serie requeriría menos personajes y más centrarse en las historias de algunos. Es cierto que de las partes de los protagonistas ninguna da la impresión de quedarse coja pero sí que es cierto que hay otras que no terminan por interesarme demasiado. La parte de los cuatro tipos que apuestan en las carreras y que terminan por ser propietarios de un caballo es la que, muchas veces, da un poco de aire fresco y relaja la trama aunque a veces vea en ella ciertos detalles innecesarios. Pero no le viene mal ante cierta intensidad en otras partes.


Quizá la del agente sea de las más desaprovechadas y de las que menos terminan por importarme. La parte de Nolte en un principio se mantiene por la química entre él y la chica -la adorable Kerry Condon- y más tarde se eleva por la lucha por mantener su caballo. La de Hoffman va de menos a más, en un principio también se sostiene por una química, la de él y la de un grandioso Dennis Farina y sus escarceos con Turo, el entrenador del caballo del que son propietarios. Pero poco a poco su trama va a más hasta que en los últimos capítulos nos ofrecen escenas de tanta calidad como la de la cafetería. Respecto a Turo, quitando sus escenas con Hoffman y Farina, su parte es la que menos me atrae.


Por supuesto, Luck es una serie que en la producción se nota que se han rascado los bolsillos con una puesta en escena elegante o unos movimientos de cámara en las carreras de caballos muy buenos. Dichas carreras están excelentemente realizadas y por momentos resultan emocionantes aunque acaban por rebajarla conforme avanzas porque intuyes quien va a acabar ganando al final. Aún así, Luck es una serie que está muy bien, disfrutable y cuyo mayor pero termina siendo que la serie no acabara continuando con una segunda temporada que daba la impresión que iba a dejar esta primera temporada en un simple juego de niños. Lástima.