domingo, 26 de diciembre de 2010

Black Swan (Cisne Negro)



Nueva película de Darren Aronofsky tras The wrestler, película donde se habló bastante más sobre Mickey Rourke y su resurrección que sobre la labor del director tras la cámara. Black Swan tiene ciertas coincidencias con su anterior película pero viene marcada por las diferencias entre ambas en, especialmente, tratamiento y argumento. Ya desde el primer momento, el público es capaz de darse cuenta de esa malsana ambientación en la que nada es lo que parece y en que realidad y fantasía parecen fundirse en determinados momentos a lo que contribuye el ballet del lago de los cisnes de manera notable. Y es que los elementos técnicos de la película van a jugar una baza muy importante en la película para contribuir más a crear esa extraña atmósfera en la que se ve envuelta el personaje principal: música, fotografía, montaje, vestuario, etc. El director y su equipo los manejan todos con mucha soltura creando una puesta en escena muy notable.





También desde el principio vemos como esa ingenuidad de la que hace gala la chica va a terminar chocando con los demás personajes y como va a tener que sacar a ese cisne negro que lleva dentro, a ese oscuro pasajero (que diría Dexter) para poder llegar a hacer lo que quiere sin que nadie la pisotee. Y en ese sentido, son muy reveladoras las relaciones que tiene con los demás personajes de la película: con su obsesiva madre, una estrella fracasada que quiere tener todo bajo control, con el director de la obra que representa, un cabrón entrañable que parece tener otras intenciones con ella más allá de dirigir, y con una de sus compañeras, una manipuladora que va de buena amiga y le quiere robar el papel. Todas esas relaciones sirven para intentar desestabilizar la ya maltrecha mente de la chica, para que acabe perdiéndose entre lo real y lo onírico. Sobre Black Swan debo decir que me gusta mucho como está tratada la película desde el principio hasta la parte intermedia, antes de llegar a ese personal final y de que una intensa y clave escena entre Natalie Portman y Mila Kunis lo cambie todo y marque la película. Es enfermiza, las relaciones están muy bien tratadas, se siente esa inseguridad de Portman y como parece que en cualquier momento puede hundirse, es ambigua e hipnótica. Pero después de esa escena, creo que algunas de las cualidades que posee la película se esfuman y lo que antes era hipnótico se termina convirtiendo en grotesco. Puede existir cierta poesía en esa transformación, pero ni me gusta como se llega hasta ella, ni me termina por gustar como desde ese momento el director funde lo real con lo onírico. Visualmente es maravillosa, es cierto, pero creo que resulta insuficiente. Aún así, Black Swan es una película que merece la pena ser vista y tener en cuenta.




Las interpretaciones de la película son muy buenas, especialmente de su reparto femenino, con una Natalie Portman que vuelve a enamorar como lo hizo cuando era más joven y unas Barbara Hershey, Mila Kunis y una breve pero intensa Winona Ryder dan las réplicas más que bien. Su representación masculina, el cumplidor Vincent Cassel, no me ha gustado en exceso. Probablemente sea más cosa del personaje y no del actor. Con esta película, Aronofsky demuestra que es un director a tener en cuenta y que puede ofrecer productos distintos y de calidad dentro de la industria sin tener que someterse a los deseos de los productores, siempre dirigiendo lo que él quiere. Espero que ese poder que tiene no lo acabe perdiendo y siga dirigiendo este tipo de películas, le salgan mejores o peores. Porque pese a todo, no todo el cine de Aronofsky me seduce, de hecho me parece mejor director cuando es más sencillo y tópico, pero aún así se agradece que haga un tipo de cine con el que intente que el espectador sienta ese mal rollo que de vez en cuando sus películas intentan generar.


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