sábado, 8 de octubre de 2011

La invasión de los ultracuerpos (1978) - (Spoilers)



Tiene mucho mérito lo que consiguió Philip Kaufman con el remake que realizó de un incontestable clásico de la ciencia ficción como lo es La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel. O más que remake, de la nueva adaptación de la novela que ya ha sido llevada al cine más veces por directores como el siempre personal -y muy trastornado- Abel Ferrara o Oliver Hirschbiegel, director de El experimento y El hundimiento. Aunque su adaptación - no he visto la pelicula de Abel- es bastante desafortunada y poco tiene que decir ante sus predecesoras y ante el buen hacer que imprimieron Don Siegel y Philip Kaufman. Siendo un gran admirador de la película de Siegel, creo que esta película no tiene nada que envidiar a la obra del director de El seductor. Con una estética muy setentera, Kaufman pronto te sumerge en esa invasión extraterrestre en la que se van sustituyendo a los humanos por réplicas sin capacidad de sentir. Podemos ver los intentos fallidos por parte del personaje de Donald Sutherland por intentar que los demás le crean y cuando lo hacen, ya es demasiado tarde para algunos entre la incredulidad inicial de varios de ellos. La falta de sueño se hará muy importante a lo largo de la película puesto que no pueden descansar ni un segundo sin el miedo de acabar siendo suplantados.




La ambientación muy conseguida por parte de Kaufman y su equipo técnico ayuda a que te sumerjas de lleno a esa invasión. La interrelación entre sus personajes está muy bien tratada y por suerte son personajes diferentes que al juntarse y darse la réplica funcionan a la perfección. Desde la pelea del personaje de Donald Sutherland por, en un principio, hacerse escuchar hasta acabar huyendo con la mujer a la que quiere, pasando por la belleza de Brooke Adams, actriz olvidada a día de hoy, o la chulería que se convierte en preocupación del personaje de Jeff Goldblum que se intenta salvar junto a su mujer, interpretada por Veronica Cartwright, que probablemente sea la más lista del grupo. Todos ellos muy diferentes ante el grupo que ya ha sido suplantado, calmado, sin sentimientos, andando por la calle como muertos en vida. Tan solo vemos a uno de ellos, el personaje interpretado por Leonard Nimoy, un amigo del personaje de Donald Sutherland al que pide ayuda, como algo más. Con su rostro de piedra para no ocultar ese hecho, Nimoy está excelente. La invasión va in crescendo hasta llegar al climax final, con Sutherland quedándose solo y finalmente sucumbiendo. La escena final con Sutherland actuando como uno de ellos y delatando a una amiga que ha podido aguantar fingiendo ser una de ellos, ha sido muy parodiada y normalmente utilizada como motivo de risa, pero resulta escalofriante.


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