domingo, 28 de marzo de 2010

Edge of Darkness (Al límite)

El esperado retorno de Mel Gibson a la actuación se salda con la típica película de padre que trabajaba con la policía y que, tras la muerte de un ser querido, en este caso su hija, decidirá volver a coger sus viejas pistolas, iniciar una investigación por su parte y buscar el ojo por ojo con los que han hecho esto. Me recuerda un poco al argumento de la francesa Taken en lo que se refiere a los personajes de Gibson y de Liam Neeson, solo que en aquella no mataban a la hija de Liam, la secuestraban y tiraba más hacía un tipo de acción más frenética, mientras que Edge of Darkness tiene un sello más elegante que no convierte a la película en un producto bueno pero que por lo menos le confiere cierta fuerza visual pese a que el resto de cosas, especialmente en lo que se refiere a argumento, no acompañe con igual acierto. Respecto a Mel, no soy el mayor fan de las películas que ha dirigido, ni me gustan Braveheart ni Apocalypto, pero reconozco que Mel sabe lo que quiere, retrata bien la violencia y que hace un cine de acción algo superior al que se realiza hoy en día, lo cual tampoco es demasiado y a mí sus productos me acaban decepcionando aunque eso no importa demasiado aquí porque él no dirige. Respecto a su unión con el a veces competente pero muy irregular Martin Campbell, se puede decir que nos ofrecen una película a ratos entretenida, pero olvidable sustentada en un guión mediocre de William Monahan, el guionista de moda en Hollywood gracias a su colaboración con Scorsese en The departed.




Y es que para esta nueva aventura de Mel Gibson no se requiere un gran guión pero sí uno que vaya a donde quiere ir sin ningún tipo de reparos, que no se lie al retratar a los personajes, que tengamos bien claro quien es cada uno y el porque están ahí. El personaje de Ray Winstone te puede gustar más o menos pero no queda muy claro sus motivos. Que tiene presencia, por supuesto, Winstone es un actor con carisma, pero se queda en eso. Monahan no te da eso, la investigación de Gibson del pasado de su hija, los encuentros de este con los miembros que trabajaba, amigas o novios no consiguen mantenerte en tensión, se atropella sola sin saber bien la causa en muchos momentos. Respecto a Mel, se dedica a repetir el mismo personaje que cultivó durante bastantes años. Técnicamente la película cumple a la perfección, pese a ese atropellamiento sí que tiene cierto ritmo que al menos hace que la película no aburra en exceso e intenta dar lo que promete aunque sin grandes alardes, bien es cierto. Martin Campbell dirige de manera eficaz sin pararse a pensar mucho en los detalles y cumple con su cometido pero dotando al producto de impersonalidad.


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