lunes, 29 de marzo de 2010

The ghost writer (El escritor)

Ciñéndonos a Polanski como realizador y dejando todo lo demás fuera, hay que reconocer que Polanski es uno de los pocos clásicos modernos que quedan. Quizá no sea de mis directores favoritos pero eso no quita que no reconozca su importancia y que nos ha regalado algunas películas muy notables como La muerte y la doncella, La semilla del diablo o Chinatown. Bien es cierto que su último cine no me interesaba demasiado, incluyendo El pianista que cada día me apasiona menos, y que desde que dirigió La novena puerta siempre he pensado que su talento daba mucho más que para hacer ese tipo de películas u otra adaptación de Oliver Twist con una ambientación más oscura. Quizá su nueva película no sea una obra maestra, pero al menos recupera ese tipo de cine del director que me interesa ver, que maneja con buena mano las obsesiones, que trabaja los personajes sin descuidar ninguno, que teje una trama donde el aspecto psicológico está bien tratado, que contiene momentos de tensión llevados con la buena mano del realizador. No todo es perfecto, pero es puro Polanski. Algo más comercial, pero Polanski.




Con un trama sencilla, en la que un escritor aparece muerto mientras está escribiendo las memorias de un antiguo ministro en plena actualidad por verse implicado en algunos asuntos turbios en aquella época, sus memorias serán continuadas por otro escritor calificado como "fantasma" o como "negro" en la versión doblada. Ese escritor convertirá las palabras del político en prosa para que acaben resultando en un libro. Con solo eso, Polanski es capaz de rodar un thriller de gran elegancia que ya desde su primera escena tremenda con el bote llegando al muelle quiere dejar claras cuales van a ser sus intenciones. Intenciones de las que no se aleja encerrando a sus personajes en un pequeño pueblo y en la mansión en la que se ven recluidos. Polanski dirige con nervio, sin acelerarse, con mucho pulso, dotando a la película de un clima especial que la gran mayoría de directores actuales no pueden o no saben hacer. Además acompañado en algunos momentos por un humor muy cínico que desahoga en determinados momentos. Se nota también que en la trama hay algo personal, se pueden ver semejanzas con la situación que vive el propio director dentro de su vida privada en la actualidad.
Como ya he dicho, la película no es perfecta y quizá en esa trama, en la investigación que el personaje de McGregor acomete, cojea un poco hacía la mitad, antes de llegar al final de la película, pero desde luego es algo que no molesta demasiado y que está más o menos bien controlado.




También cabe destacar el absoluto control que ejerce Polanski sobre sus actores y como saca lo mejor de cada uno desde el que más minutos tiene en pantalla, un creíble Ewan McGregor controlado y que en ningún momento se excede, hasta los que menos minutos tienen, grandes profesionales del calibre de Tom Wilkinson o Eli Wallach que en las escenas que tienen están perfectos, especialmente el primero. Si a eso le sumas un carismático Pierce Brosnan que está muy bien en el papel del político y, la reina de la función, una Olivia Williams que hace suya la película cada vez que aparece, todos ellos te muestran como Polanski ha sustentado también su película en unos actores que lo han dado todo y que él los ha recompensado con papeles muy jugosos.
Una película muy digna de ver y una película que refleja con mucho acierto las obsesiones habituales del cine de Roman Polanski mezclado con una comercialidad que hacen que quizá su producto no tenga ese toque personal que sí tenían algunas de sus películas dirigidas en los 60 o los 70 como Repulsión o El quimérico inquilino, pero que nos seguimos encontrando ante una película metida dentro de su universo. Y que se sigue demostrando que, hoy en día, siguen siendo los grandes directores, los "clásicos modernos" los que siguen manteniendo, en lo que a calidad se refiere, esto a flote.


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