sábado, 2 de abril de 2011

Sucker Punch (con spoilers)




Desde su comienzo que nos cuenta como la protagonista principal acaba internada en el sanatorio mental, quedan claras las intenciones de Zack Snyder con su última película. Con una bastante conseguida versión de Sweet Dreams cantada por la misma Emily Browning, vemos como la chica y su hermana son herederas de los bienes de su madre y como su padrastro intenta quitárselas de en medio teniendo ella que actuar. Tono mustío, rodado a cámara lenta, seco y contundente. O lo que es lo mismo, un videoclip. A Snyder siempre le acaba pudiendo su propio estilo y es una pena porque tiene cosas muy interesantes que contar. Y no es que sea el guión el punto más fuerte de Sucker Punch, lo es su imaginación y su acción. Aunque creo que es la única película de Snyder en que forma y contenido van de la mano y no una cosa por un lado y la otra por un camino diferente como sí ocurre con 300 y Watchmen, películas en las que Snyder está demasiado pendiente en complacer primero a los autores de los cómics, Frank Miller y al siempre difícil Alan Moore, que a sí mismo. No ocurre eso con Sucker Punch y es su principal virtud. Lo único que puedo achacarle no es culpa del director y es el hecho de que la productora capara la película pasando del 'para mayores de 18' al 'para mayores de 13'. Rebaja demasiado el tono en cuanto a violencia -y sexo- y quizá, en ese punto, hablamos del auténtico defecto de Sucker Punch.





Ya internada la protagonista en la institución, mezcla tan imposible como fascinante de psiquiátrico, prostíbulo y orfanato, Zack se deja llevar por su película y se nota. Se podría decir que el personaje de Emily Browning se asemeja a la labor de Snyder tras la cámara y solo mientras oye su música y cierra los ojos, dejándose llevar y siendo absorbida hacia ese mundo ficticio, es cuando saca lo mejor de sí mismo. Irregular pero libre, Sucker Punch marca sus pautas y te sacude por su acción muy bien realizada, mientras las chicas van de misión en misión consiguiendo los objetos que necesitan para escapar del centro. También es coherente consigo misma, es una locura, por algo la película se desarrolla dentro de dicho centro, siendo el que reparte el bacalao dentro de ese lugar el más desequilibrado -y violento- de todos. No le voy a negar sus defectos, que es algo irregular y que hacía el final parece que se va a derrumbar todo el castillo -sin que finalmente lo haga- pero mientras Sucker Punch funciona es una experiencia porque bordea esa línea entre genialidad y bobada sin temer cruzar ninguna de las dos. Entretenida y alucinógena, imperfecta y pajillera, Sucker Punch nos ofrece dos horas de puro delirio.





Y al final quizá el espectador acabe saturado. Y entonces aparece Jon Hamm para hacerle la lobotomía tanto a la chica como al público que está viendo la película, adquiriendo la película cierto valor de metacine y otorgándole aún más valor a la obra. Sus demás virtudes y defectos acaban puliendo la película para bien y para mal. Junto a su aspecto visual, demacrado, gris y lúgubre, se suman los tics del director -uso habitual de la ralentización de la acción que nos muestra en pantalla- más esas peleas en el mundo ficticio, traiciones, muertes y bailes. La banda sonora, con varios temas interpretados por la misma protagonista, Emily Browning, acompaña de manera notable a la película. Así como ese grupo de chicas guapísimas comandadas por la misma Browning, una chica tan rara como atractiva que posee magnetismo, y formado por las geniales Vanessa Hudgens y Jamie Chung y las competentes aunque menores Jena Malone y Abbie Cornish, dispuestas a satisfacer las fantasías del público y, especialmente, del director. Y, por supuesto, Carla Gugino. Siempre Carla, que brilla haga lo que haga.



1 comentario:

  1. Esta película me hizo alucinar, es una obra maestra contemporánea en mi opinión.

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