
Ni Tobey Maguire, que tiene un personaje con el que podría lucirse con facilidad, sabe transmitir el paso de padre de familia a hombre que ha perdido la cabeza tras volver de la guerra, y por esto se le podría criticar por ser maniquea tanto al remake como a la cinta original, se hizo con El cazador en su momento por lo mismo al estar esos hombres normales atrapados por los tipos con los que combaten, aunque no importa demasiado y se acaba imponiendo el drama entre los hermanos y la esposa aunque marcados por ese cambio que tenían que justificar de alguna manera, ni Natalie Portman es capaz de interpretar a un personaje adulto pero con cierta ingenuidad como lo hizo Connie Nielsen y pareces que estés viendo en todo momento a una adolescente a la que no te crees en el papel de madre. Tan solo un par de detalles de Jake Gyllenhaal, que probablemente hubiera quedado mucho mejor en el papel de Tobey, que sí que hereda con corrección el papel de Nikolaj Lie Kass consiguen que este remake se aguante sin tener que ir recordando cada 10 segundos la cinta danesa.

Una lástima ver que a Sheridan no le vino bien el paso del siglo y que lleva deambulando mucho tiempo sin lograr hacer el tipo de cine que hacía en los años 90 y realizando ya desde hace unos años productos de encargo como la película que nos ocupa o aquella que dirigió a mayor gloria de 50 Cent. Tengo ganas de volver ver en todo su esplendor al tipo que dirigió El prado, En el nombre del padre y The Boxer y no a este director descafeinado que tiene sus momentos pero cuyas películas acaban cayendo en el olvido.

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