
Es en la dirección de Lee Daniels donde Precious enterita se va cuesta abajo y sin frenos. Lee Daniels, intenta administrar como puede todos los tópicos que contiene su película, pero a su vez intenta darle un toque onírico a su drama que mata a la película y la convierte en ridícula, mete música a destiempo y mal, y la intensidad que pueden tener algunas escenas compartidas por sus dos actrices principales la desaprovecha por su nulidad con la cámara y por los excesos que comete creyendo que aportan algo positivo.
Lo que es peor es que convierte momentos muy, muy dramáticos y aparentemente desgarradores en pura comedia involuntaria, algo que Precious en ningún momento busca porque todo es muy serio y no hay lugar a ello. Pero los excesos con las que el director se la juega son tan impresentables que dan lugar a ello. Y ya de paso, se carga otra de las mayores cosas que podría tener la película y que sí que busca: credibilidad. En ningún momento la tiene.

Una lástima porque, quizá, no podría ser la gran obra que muchos dicen que es, pero sí al menos algo decente de ver y no este bodrio sobrevalorado que lo único que sirve es para ponerte de muy mal humor. Habrá que esperar al siguiente intento que nos quiera vender los premios del año que viene con la típica película de Sundance y que trate un tema social. Yo lo único que espero es que Lee Daniels no dirija en muchísimo tiempo. Precious me la he tragado enterita pese a que la anterior película de este señor, Shadowboxer ya me pareciera bastante mala, aunque era mejor que la obra que nos ocupa, pero hasta aquí hemos llegado. Como director es bastante negado.

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