domingo, 4 de marzo de 2012

Boss (spoilers)

A simple vista, Boss puede ser una serie a la que es fácil prejuzgar. Que todos los elogios o premios de la serie vayan a parar a las manos de Kelsey Grammer puede hacer que la gente vea esta serie como un vehículo para el lucimiento del actor. Que interprete a un alcalde que está enfermo y cuyos actos son más que dudosos hace que la sombra de Breaking Bad sea alargada. Que ese mismo alcalde para tratar con su enfermedad se infle a pastillas hace que la sombra de House sea también alargada. Por suerte, ni mucho menos la serie es solo eso. Tiene mucho más aunque se sustente en su personaje principal.

Quizá no sea necesario saber de política para disfrutar de Boss aunque algo de conocimiento no vendría mal. Elecciones a gobernador y a alcalde, antiguas medidas tomadas que permanecieron ocultas y que ahora le atizan en la cara al jefazo de Chicago... pero, por suerte, el tema del que trata la serie es universal. Y no es otro que la historia de un hombre que se resiste a caer, que pese a su enfermedad se mantiene en su cargo como gato panza arriba y que luchará por combatir cada adversidad que se le pone delante de su camino aunque para ello tenga que hundir a quien sea o cobrarse victimas inesperadas.

Porque a nadie le sorprende que todo el círculo de confianza de este alcalde le acabe traicionando. Y algunos lo hacen por tener más poder o por haberse visto ninguneados por ese hombre, pero su hombre de confianza durante muchos años, el señor Ezra Stone le traiciona porque no puede permitir que él siga en el cargo. Vamos, que a diferencia del alcalde, es un hombre al que aún le quedan algo de principios aunque tenga que ir por la espalda. También es cierto que era la única manera de hacerlo. Y que al final le sale mal pero se comprenden sus razones. Porque una de las cosas que le dice al final es que los actos del alcalde le han acabado dando la razón al hacer lo que hizo. Y es verdad.

Porque intentar reconciliarte con tu hija, el ir acercándote a ella para intentar arreglar una relación que parecía muy deteriorada para luego hundirla en la miseria, encerrarla en una cárcel y luego ir vendiéndose por la televisión como un padre desdichado que lo ha hecho por el bien de su hija cuando en realidad lo ha hecho para mantenerse en el poder y que la gente se identifique con él es de ser muy rastrero. Y de no merecerte estar en el cargo porque para él el poder significa más que su propia familia.

Por lo demás, que el apellido del alcalde sea Kane tampoco es casualidad. Que la firma de la traición que le llega al periodista que va detrás de él sea la palabra Rosebud tampoco. Y es que referencias a Ciudadano Kane las hay a montones, desde el mismo argumento de la serie se puede ver. Por lo demás, un candidato a gobernador adicto al sexo -y no siempre con las mujeres más recomendables- y con un matrimonio que termina rompiéndose, una mujer que también lucha por el poder y que tiene que terminar por prostituirse ante un hombre ya mayor, una asesora que trabaja con Kane y que acaba en tierra de nadie y embarazada del candidato a gobernador después de varias sesiones de sexo excelentemente rodadas y una hija que mantiene una relación con un traficante terminan por rematar una serie excelente.

Y que el piloto esté dirigido por Gus Van Sant no es casualidad. También es productor. Y su sello se nota. Quizá no en planos alargados o en el ritmo -que es lento pero no esa lentitud de la que suele hacer gala el director- pero sí que se nota en la puesta en escena y en algunos planos que tienen su marca. Y luego es una serie que ha contado con otros directores también de nivel -el actor y director Mario Van Peebles, conocido por algunos productos de acción- y con guiones de calidad. Boss es una serie que merece la pena darle la oportunidad. 8 capítulos de 50 y tantos minutos de mucha calidad. Si me quedo con un plano es con ese candidato a gobernador de rodillas, tras irse Kane, llorando por haberse arrastrado de semejante manera. Pero no le quedaba otra si no quería ser engullido. Y tampoco nos extraña que lo primero que reciba tras ganar sus elecciones sea una enorme hostia.

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