sábado, 15 de mayo de 2010

Robin Hood



Más de lo mismo en el cine que dirige Ridley Scott. La desgana que se ha apoderado de su cine en los últimos 20 años es increíble. Lleva sin dar pie con bola ya bastante tiempo y vive de que se le sobrevalore de vez en cuando alguna película realizada con un par de detalles interesantes como Thelma y Louise, American Gangster o Gladiator sumada a un montón de productos tan convencionales como aburridos. Robin Hood es otra más que se suma a este último grupo. Compararla con Robin de los bosques de Michael Curtiz y William Keighley con Errol Flynn haciendo de las suyas es casi una osadía. Y ya ni hablamos de Robin y Marian de Richard Lester, para mí la mejor versión que se ha realizado sobre el famoso personaje con unos maravillosos Sean Connery y Audrey Hepburn de protagonistas. Se puede contentar con ser superior a Robin Hood, príncipe de los ladrones de Kevin Reynolds lo cual es bastante triste debido a la escasa calidad de la película protagonizada por Kevin Costner.




Esta versión definitiva de Robin Hood según palabras de Ridley Scott es de todo menos una película de Robin Hood. Vale que te cuenten el origen del personaje, todo lo que le lleva a convertirse en lo que todos conocemos, pero es que no tiene ningún rasgo del personaje, nada que se le pueda asemejar y que lo haga reconocible. Simplemente se límita a ser un personaje más de los que han poblado el cine que ha dirigido últimamente el director interpretado con cierta apatía por Russell Crowe que copia todo lo que hizo cuando interpretó a Máximo pero con menos fuerza.Tampoco la trama ayuda a que se digiera mejor la película y Ridley Scott presciende de las aventuras para convertirla completamente en una película épica con muchas batallas bien filmadas pero en la que abusa mucho de varios recursos realmente molestos. También te remarca bien la línea entre los personajes buenos y los malos y Russell Crowe se marca un par de discursitos de los suyos como también hacía en Gladiator del mismo director, película en la que, indudablemente, más se ha inspirado Ridley Scott, llegando a parecer en no pocos momentos una secuela de aquella. Cuando Ridley se para un poco y se tranquiliza, y se pone a contar el romance de Robin y Marian y la relación entre Robin y Walter Loxley es cuando la película se digiere mejor y cuando gana enteros beneficiada principalmente por las presencias de Cate Blanchett y de Max von Sydow y por alejarse de la épica para darle un toque romántico y más sosegado. También gana por la fuerza de Mark Strong para interpretar al villano, un papel muy tópico pero al que actor le dota su presencia para hacer que al menos la película no aburra cuando él aparece. Y lo cierto es que la película aburre mucho en sus dos horas y veinte y en sus interminables batallas desaprovechando temas y muchos personajes como el sheriff de Nothingham que no aporta absolutamente nada. Lo peor es que los reyes Ricardo y Juan tampoco y podrían haber dado muchísimo juego.




Ridley deja bien abiertas las puertas por si en el futuro quiere realizar secuelas o quiere que otros continúen el proyecto que podría continuar perfectamente con el enfrentamiento entre Robin y Juan, el cual está muy descafeinado en la película que nos ocupa. Desde luego, la trama ya daría para hacer un Robin Hood más reconocible para el espectador y en la que el director no se dejara llevar tanto por sus caprichos. Pero estando un director con el ego de Ridley Scott al frente sumado a su dejadez a la hora de dirigir, hace que el proyecto más que apetitoso sea temible. La diferencia es palpable y creo que se notará especialmente cuando dirija la precuela que está preparando de la saga Alien. Ojalá me equivoque pero tiene pinta de que va a estar muy alejada de aquella primera parte que dirigió y que sorprendió a todo el mundo.



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