domingo, 3 de octubre de 2010

La doble vida de Verónica (Spoilers)




La película del polaco Krzysztof Kieslowski, conocido principalmente por sus decálogos y por la trilogía de los colores (Azul, Blanco, Rojo) es un drama romántico en la que el director se adentra en la historia de dos mujeres con el mismo nombre, nacidas el mismo día, de igual parecido físico (ambas están interpretadas por Irène Jacob) y dedicadas a la música y con sus escarceos amorosos por en medio. Sin haberme adentrado demasiado en la obra del director polaco, cuya única película suya que tengo fresca en la memoria es la interesante No matarás, ya que la trilogía de los colores la tengo muy, muy lejana solo recordando bien Rojo y ciertos detalles de Blanco, estando Azul completamente fuera de mi memoria, me adentré a ver La doble vida de Verónica, película muy personal, muy dramática y muy romántica con la que el director acabó triunfando en el festival de Cannes.




El mayor acierto de Krzysztof Kieslowski para mí es su atmósfera, ese ambiente que crea de irrealidad que respira toda la película, de fantasía. Kieslowski se maneja bien en el terreno onírico y dota a su película de personalidad, plagando todo el metraje de símbolos. El momento en que una ve a la otra y le hace una foto resulta muy especial. Pero la película también posee otros. El guión del director y de Krzysztof Piesiewicz está relleno de éstos, además sabe desarrollar bien ambos personajes, como una de las dos chicas se va sintiendo más vulnerable y cambia toda su vida al morir la otra pese a no saber nada de ella ni conocerla. Es ese sentimiento de que tu alma gemela, de que una mujer que te podría comprender se ha ido y tú lo has percibido, sabes que algo le ha pasado. Pero todo este guión no sería nada si no fuera por la gran interpretación de Irène Jacob, uno de los rostros más bellos que he podido ver en una película, que dota de gran fuerza dramática al conjunto y comprende a la perfección todo esos simbolismos que Kielowski añade.




La doble vida de Verónica además se ve apoyada por varios de sus apartados técnicos. Un montaje que divide a la perfección la película en dos partes, una parte para cada mujer, la fotografía que capta a la perfección todo el aspecto onírico de la obra, la potencia de las imágenes que retrata Kielowski con su cámara con la que muestra muchas veces los sentimientos de su personaje principal y, también, una banda sonora increíble, sentimental y preciosa. Hay mucha poesía en La doble vida de Verónica y de la buena, de la que no parece falsa o impostada. Probablemente Jean-Pierre Jeunet tomó nota para Amélie, película que sí que tiene muchos de los defectos molestos que no tiene la película de Kielowski y que sí que resulta impostada y empalagosa en varios momentos pese a tener sus detalles interesantes.


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