domingo, 3 de julio de 2011

Blackthorn, sin destino



Blackthorn es una película dirigida por Mateo Gil, director de esa película absolutamente mediocre llamada Nadie conoce a nadie en la que Eduardo Noriega se veía envuelto en una trama delirante con los juegos de rol de fondo. La película estaba plagada de escenas ridículas, de varios actores conocidos interpretando a personajes vacíos y tan solo un par de destellos de dirección la salvaban. Lo demás que he visto de este hombre no han sido películas dirigidas por él, sino en las que ha participado como guionista. Gran parte de la obra del sobrevalorado Alejandro Amenábar siendo Tesis y Abre los ojos las más interesantes en la colaboración entre ambos más la entretenida aunque algo exagerada El método. Respecto al western, éste es un género de capa caída, aunque es una bendición que algunos directores de vez en cuando dirijan algunos. Quizá no lleguen a las cotas de maestros del género pero se han hecho algunas películas interesantes. Seraphim Falls, Appaloosa, El perdón, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Rango, Entierra mi corazón en Wounded Knee, Open Range, Broken Trail y los remakes de El tren de las 3:10 y Valor de ley. A lo que hay que añadir esa maravillosa serie de la HBO llamada Deadwood. Todas las mencionadas películas cuanto menos son entretenidas. Y algunas de ellas bastante buenas.




Blackthorn puede formar parte del grupo. No como una excelente película pero sí como una película interesante y entretenida. En ella, Mateo Gil nos cuenta la historia de un Butch Cassidy viviendo en libertad en Bolivia en sus últimos años y queriendo regresar a EEUU. Allí se encuentra a un hombre que está siendo perseguido por varios indigenas tras robarles el dinero de una mina. Mateo Gil dirige con altibajos, con cierta intensidad en varias escenas, pero también cortando el ritmo otras veces. Respecto a la historia, poco aportan los flashbacks al guión más allá de lo obvio entre la relación de Butch, Sundance Kid y la mujer que los acompaña y como presentación del personaje que interpreta Stephen Rea, que tendrá cierta importancia en el último tramo de la película. Pero más allá de la presentación de este personaje, poco aportan a la película y se acaban haciendo pesados. Es mucho más interesante la parte que transcurre con un Butch Cassidy ocultando su nombre, ya viejo, que traba amistad con el hombre al que persiguen. Sam Shepard y Eduardo Noriega tienen química y el director sabe aprovecharla, dando escenas de bastante interés entre ellos. Por lo demás, los tiroteos están bien rodados y el director remata con bastante acierto la película con un final interesante.




Mateo Gil se sirve del paisaje boliviano para crear algunas imágenes con mucha fuerza, sirviéndose de ellos y sacándoles muy buen resultado. Por contra, también abusa un poco de la música que la película posee, aunque haya alguna canción que está bien. Tanto Sam Shepard como Eduardo Noriega cumplen con sus respectivos papeles. El primero sabe llevar el peso de la trama y el segundo aligerarla. Los demás se limitan a cumplir sin más. Pero casi siempre da la impresión que el director podía haber sacado más resultado de esta historia, que podía haberla hecho mucho más intensa y profunda, que no se podía haber quedado simplemente en una película interesante porque había material de sobra para hacer algo muy superior. Pero merece la pena echarle un vistazo. Y que el cine español se adentre en el western es algo de agradecer. Respecto al futuro del género ahora mismo me interesa mucho ver Meek´s Cutoff, estrenada en varios festivales, de esa gran directora que es Kelly Reichardt y parece que al menos se hablará algo del género con la película que prepara Quentin Tarantino. Y conociendo al director, habrá multitud de inspiración a otras películas (sospecho que tendrá más inspiración por el spaguetti-western, aunque no dejará el western fuera) y quizá consiga que algunas personas se interesen por algunas de esas películas.


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